29 DE JUNIO

 SAN PEDRO PRÍNCIPE DE LOS APÓSTOLES

Jesús dijo a Simón, hijo de Jonás: "Yo te digo que tú eres Pedro, y que sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas o poder del infierno no prevalecerán contra ella (Mt. 16, 18)." "Yo he rogado por ti, a fin de que tu fe no DESFALLEZCA; y tú, cuando te conviertas, confirma en ella a tus hermanos (Lc. 22, 31)." Después de haber sido Pedro escogido de este modo para base o fundamento de la Iglesia, era indispensable que, como Jefe de los Apóstoles, estuviese animado de una FE VIVÍSIMA; fe capaz de disipar las tinieblas del error, de enderezar los pasos de quienes erraban el camino y de guiar a las almas por las sendas de la salvación. Por eso vemos cómo San Pedro se distingue en todas las ocasiones por la firmeza de sus creencias. Recordemos qué pronto abandonó todo lo que poseía en cuanto el Salvador le llamó para que le siguiera, y cómo después de haber trabajado inútilmente durante toda una noche sin pescar un solo pez, seguro de las palabras del divino Maestro, echó de nuevo las redes al mar y sacó, como premio de su fe, una pesca abundantísima.

Fundamento del edificio espiritual de la Iglesia Católica, que ha de durar hasta la consumación de los siglos, la fe de San Pedro tenía que ser FIRME E INQUEBRANTABLE. - Un día, viendo caminar a Jesús sobre las aguas, y fiado en las palabras del Señor, se adelantó a su encuentro sobre las olas, a pesar de que el mar estaba agitado. Solo dudó un momento, pero este momento de debilidad, como dice San Máximo, fue suficiente para que resplandeciera su fe, porque inmediatamente gritó: "Señor, sálvame." Y en cuanto el Hijo de Dios le tendió su mano, recobró la firmeza primitiva. Fue Pedro también quien confesaba en toda ocasión y en nombre de todos los demás discípulos la divinidad de Cristo: "Señor, ¿a quién iremos?, dijo refiriéndose a la divina Eucaristía. Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios (Jn. 6, 69-70)."

Al proclamar Dios a Jesús y divinas las obras de Cristo, Pedro, primer Pastor de la Iglesia afirmó la solidez de la piedra sobre la que había sido edificada, derribó todas las herejías e hizo infalible la Cátedra sobre la cual él habría de sentarse. Infalibilidad que sería perpetuada por sus sucesores hasta la consumación de los siglos.

¡Oh Jesús mío! Yo creo, como Pedro, que eres el Verbo eterno, el Creador del universo y el Redentor de nuestras almas. Aumenta en mi la fe, hazla VIVA como la de tu apóstol; es decir, que por ella pueda yo ejecutar todas tus voluntades sin vacilaciones, sin repugnancias; hazla FIRME como la roca, para resistir los embates del oleaje del mundo incrédulo y seductor. Que ninguna dificultad, prueba ni tribulación puedan herir mi fe, ni tampoco impedirme acatar todo lo que enseña la Iglesia por los soberanos Pontífices, ni someterme a las disposiciones de tu Providencia infinitamente sabia.

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