9 DE JUNIO

HOMENAJES A LA EUCARISTÍA

Cuando los israelitas caminaban a través del desierto hacia la Tierra de Promisión, Dios hizo que durante la noche apareciera una COLUMNA LUMINOSA que los fuese guiando milagrosamente a su destino. Esta columna luminosa es figura de la Eucaristía, por la cual Jesús manifiesta su poder y su ternura de modo tan extraordinario, que nos tranquiliza en las dudas y nos ilumina en las tinieblas. Sabiduría increada y encarnada, se multiplica en nuestro favor de manera prodigiosa para poder encontrarse siempre con nosotros en los difíciles caminos de la vida. Por eso nos ALUMBRA en la oscuridad del destierro, para que podamos darnos cuenta de que el mundo está lleno de peligros, y que en él abundan lo mismo que en el desierto las serpientes venenosas.

Dice Orígenes que los israelitas no realizaron ninguna HEROICA HAZAÑA GUERRERA hasta después de haber recibido el maná y haber visto brotar el agua de la roca. El maná representa la Eucaristía, Pan vivo bajado del cielo. El agua de la roca nos recuerda la muerte del divino Redentor, renovada místicamente sobre los altares. Sin los AUXILIOS que recibimos por estos augustos misterios seríamos siempre débiles y no podríamos luchar contra nuestros enemigos. He aquí por qué, según San Cipriano, es peligroso entrar en el combate sin haberse antes alimentado con el Pan de los Fuertes. La sagrada Comunión es, efectivamente, uno de los principales medios para triunfar en las LUCHAS contra el mundo, el infierno y las pasiones. Después de comulgar, dice San Juan Crisóstomo, somos tan de temer para los demonios, como si fuéramos leones rugientes. Tengamos, pues, confianza en los recursos inagotables que nos proporciona la divina Eucaristía. Por ella, Jesús nos hace capaces, no solamente de vencer las inclinaciones viciosas, sino también de practicar todas las virtudes. Pongamos, pues, en nuestro divino Redentor toda la confianza del corazón, porque la confianza será la llave que nos ponga en posesión de sus tesoros. ¿Será posible que no nos atrevamos a ir a él para pedirle gracias, al ver con cuánta bondad permanece por nosotros en el tabernáculo, siempre atento a nuestras necesidades y dispuesto a OTORGARNOS sus favores? Se da a cada uno de nosotros lo mismo que se da a todo el género humano. ¿Cómo es posible tener la más leve sospecha de vernos abandonados por él? No pongamos límites a la esperanza en Jesús, ya que él no quiso poner fronteras a su amor por nosotros.

¡Oh divino Redentor mío, el más fiel y mejor amigo de mi alma! Por intercesión de tu dulcísima Madre, María, te ruego me hagas acudir siempre a ti en las iglesias en que resides, con estera confianza: 1º cuando necesite luces, consejos y dirección contra las máximas y los prejuicios del mundo; 2º en las luchas interiores contra mí mismo y mis pasiones; 3º en todas las dificultades inherentes al cumplimiento del deber. Concédeme la gracia de unir el RESPETO a la CONFIANZA, siempre que te rinda el culto debido bajo las especies eucarísticas. 

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