16 DE JULIO

 LA DEVOCIÓN AL ESCAPULARIO

Nada podrá ayudarnos tanto a vivir santamente como estos SALUDABLES PENSAMIENTOS: "Estoy al servicio de la más poderosa de las reinas, puesto que llevo sus insignias, su escapulario. Satanás tiembla ante mí, porque soy siervo de aquella que le aplastó la cabeza, ¿por qué temer al mundo y hacerme esclavo de los respetos humanos? ¿Cómo me dejaré dominar por las inclinaciones de la carne, siendo como soy vasallo de una Reina inmaculada?  El escapulario, su hábito, me ha hecho hijo suyo; yo, como hijo de Madre tan santa, tengo por fuerza que hacerme un santo."

El escapulario de la Santísima Trinidad que nos cubre el pecho debe recordarnos estas palabras del Apóstol: "Porque vosotros sois templo de Dios vivo (2Cor. 6, 16)." Las tres Personas divinas habitan, por tanto, en mí, velan sobre mi alma y escuchan mis oraciones. ¡Qué estímulo para recogerme interiormente y llenarme de confianza filial! El escapulario de la Pasión me trae a la memoria el pensamiento de los dolores, tormentos y oprobios de Jesucristo. Por ello debiera yo amarle con toda mi alma y sufrir con paciencia, siguiendo su ejemplo divino. El escapulario de los Dolores me asegura la protección de María en todas las tribulaciones y angustias, porque nunca supo madre alguna consolar como ella a sus hijos, a quienes mira con especial amor si están revestidos de sus libreas. El hábito de la Inmaculada Concepción me obliga a vivir con compostura y modestia, y es como una llamada incesante a la mortificación, a la vigilancia, a la oración, medios absolutamente necesarios para lograr la perfecta pureza.

Pero detengámonos a considerar las ventajas del escapulario del CARMEN. Por las promesas tan señaladas que nos lo recomiendan nos da penda, si somos fieles a María, de que obtendremos los favores de que él mismo es cifra y garantía, que son: 1º ser preservados del infierno; 2º pronta liberación de las llamas del purgatorio; 3º protección especial de la Reina de los ángeles en todos los peligros, y en consecuencia la paz espiritual del alma. -Estos pensamientos debieran infundirnos sentimientos de fe, de confianza, de agradecimiento y de amor.

¡Oh Dios mío! Hazme ver en cada uno de estos escapularios como una señal sensible de la BONDAD de María y una de las velas con que el navío de la gracia habrá de conducirme a buen puerto. Dígnate enviarme de tu pecho un soplo suavísimo, un viento favorable, que al hinchar esas velas aumente en mí las gracias actuales, tan necesarias para la perseverancia. Tomo con tu ayuda divina las siguientes RESOLUCIONES: 1ª llevar siempre los escapularios con profundo respeto y devoción; 2ª reanimar mi esperanza en María, sobre todo en las tentaciones, al pensamiento de que estoy revestido de la fuerte armadura de sus insignias o de su libreas.

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