19 DE JULIO

 SAN VICENTE DE PAÚL

El nombre de San Vicente de Paúl es sinónimo de caridad. DULCE, BONDADOSO, CORDIAL, estaba constantemente dispuesto a acoger a todo el mundo y a hacer bien a todos. "Nada puede ganar el corazón de los hombres, decía, como el amor y la afabilidad." Y en cierta ocasión escribió a un obispo lo siguiente: "El Señor un día armó al cielo y a la tierra contra el hombre; ¿logró convertirlo de esta manera?, ¿no tuvo acaso necesidad de rebajarse y de humillarse ante él para hacerle aceptar su yugo? Lo que Dios no puedo conseguir a pesar de su omnipotencia, ¿cómo íbamos nosotros a lograrlo si no empleáramos la dulzura?" Fiel a estas máximas, el santo no podía soportar la DUREZA en sus misioneros. Habiendo tenido que reprender con gran severidad tres veces en su vida, confesó que nada había conseguido con ello, y que en cambio, sus más suaves correcciones habían sido siempre coronadas por el éxito más completo. Su COMPASIÓN hacía los menesterosos era verdaderamente admirable. Veía en ellos al Verbo encarnado, que quiso hacerse pobre por nosotros. Todas las necesidades espirituales y temporales encontraron en él un padre lleno de ternura y abnegación sin limites. ¿Quién podrá enumerar las obras buenas que hizo y los Institutos que fundó, inspirado y ayudado por su ardiente caridad? ¡A cuántos mendigos, merced a sus cuidados, les fueron proporcionadas ropas y cuanto les era necesario! ¡Cuántas regiones fueron alimentadas por su liberalidad en tiempos de hambre y carestía! Fundó hospicios y hospitales para niños sin hogar, para ancianos desvalidos y para pobres enfermos de toda edad y condición.

"Dios mismo, decía el Santo, es quien recibe los dones de nuestra caridad. ¿No será una dicha sin igual poder devolverle lo que le pertenece y que hemos recibido de su bondad?" Fiel imitador de Jesucristo, San Vicente extremó la perfección de su caridad hasta llegar a amar a sus enemigos. Parecía como si tratarle mal fuera merecimiento para que el correspondiera con atenciones y favores.

¿Es ésta también nuestra manera de conducirnos? ¡Qué trabajo nos cuesta perdonar una injuria, una injusticia, soportar los defectos del prójimo, los caracteres difíciles, no hablar mal de los que nos critican, persiguen y calumnian!

¡Oh Jesús, oh María! Haced que mi corazón se asemeje al de San Vicente de Paúl, es decir, que le transforméis: 1º en corazón bueno, dulce, afable, siempre dispuesto a olvidar las afrentas, las indelicadezas, las faltas de consideración; 2º en corazón siempre lleno de compasión por todas las miserias, dispuesto a remediarlas, a aliviarlas; a ser servicial, generoso en sus dones, en sus sacrificios y en su abnegación, porque en estas santas disposiciones se encierra toda la Ley evangélica.

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