5 DE JULIO

 EXCELENCIAS DE LA OBEDIENCIA

La santidad consiste en RENUNCIARNOS a nosotros mismos para seguir a Jesucristo y en destruir los vicios para practicar las virtudes. Cuando mejor se renuncia uno a sí mismo y a sus inclinaciones, es cuando se lucha contra la propia voluntad, origen de todos los defectos; y cuando mejor se sigue al Salvador en la PRÁCTICA DE LAS VIRTUDES es cuando se obedece fielmente a aquellos que en su nombre nos dirigen. "La obediencia, dice San Felipe Neri, es el camino más corto para llegar a la perfección; y aquellos que llevan vida común y son dirigidos por otro, se santifican más de prisa que si de propio impulso hicieran en su carne grandes maceraciones." Todos los santos participan de este mismo modo de sentir.

La razón de ello es sencilla: ninguna virtud puede subsistir separada de la voluntad de Dios, única regla de SANTIDAD, y ya sabemos que el mandamiento es la expresión más segura y más fiel de esta voluntad. Luego no podríamos santificarnos ni unirnos mejor a Dios que conformándonos en todo con los deseos e intenciones de nuestros Superiores. Preguntado San Basilio en qué consistía el AMOR PERFECTO, contestó: "En la unión perfecta de nuestra voluntad con la voluntad de Dios, por medio de la obediencia." Nada, por tanto, ni mejor ni más importante para nosotros que obedecer bien, sobre todo en cuanto se refiere a la dirección espiritual. Avivemos con frecuencia la fe en esta verdad y estemos siempre dispuestos a ejecutar con prontitud las voluntades de los Superiores. De esta manera alcanzaremos el MÉRITO de todas las virtudes, ya que estaremos dispuestos a practicarlas todas.

¡Oh Dios mío!, quiero renunciar desde este momento a mis proyectos, deseos y aficiones en desacuerdo con tus desginios. Ahuyenta de mi espíritu los pensamientos que no sean conforme con la perfección de la obediencia; arranca de mi corazón los sentimientos que pudieran ser obstáculo a la perfecta sumisión a tu divino beneplácito. Por los méritos de Jesús y de María, te ruego me ayudes a cumplir las siguientes RESOLUCIONES: 1ª ser siempre dócil a los consejos de mi director espiritual, sobre todo cuando se trate de calmar inquietudes de conciencia, de luchar contra mí mismo y de ejercitarme en la vida interior; 2ª no quejarme jamás cuando la legitima autoridad me prive de alguna satisfacción, recreo, estudio favorito o trabajo preferido, para imponerme, en cambio, ocupaciones contrarias a mis gustos y a mis aficiones.

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