21 AGOSTO

 SANTA JUANA FRANCISCA DE CHANTAL

La constancia invencible de Santa Juana se manifestó con frecuencia durante la vida. Habiendo perdido su marido en un accidente de caza, tan imprevisto como doloroso, su pena fue inmensa. Sin embargo, pudo SOBREPONERSE a ella por el vigor de su fe y por la energía de su piedad. Así le aconteció siempre que perdió a uno de sus seres queridos; para ella estas muertes fueron muy dolorosas, pero su grandeza de alma la impulsaba en aquellos tristes momentos a hacer actos heroicos de generosidad. Habiéndola llamado Dios a la vida religiosa, tuvo que hacerse gran violencia para abandonar a sus hijos, y deshecha en llanto pasó por encima del cuerpo de su primogénito, que, no habiéndola podido retener con sus caricias, se tendió en el umbral de la casa para impedirle el paso.

Pero lo que más nos demuestra la gran fortaleza de su alma fueron las PRUEBAS INTERIORES,  a las que se vio sometida por Dios. Durante cuarenta y un años tan solo sintió aridez y hastío en las prácticas piadosas. A veces pensaba haber perdido la fe, la esperanza y la caridad, porque no percibía el efecto de estas virtudes. Sobrecogida de gran temor de estar en pecado mortal, se creía abandonada de Dios; durante los últimos nueve años de su vida sus padecimientos se hicieron todavía más crueles. Le parecía ver al Señor echándola de su presencia, y era tanta su tribulación, que sus tormentos hubieran podido compararse a los de los condenados. Pero dice San Francisco de Sales que, aunque vivía en semejante estado de desolación, jamás dejo de realizar, aun sin saberlo ella misma, los más hermosos actos de confianza y de abandono a la voluntad de Dios.

Al considerar este ejemplo que nos da Santa Juana, debíamos avergonzarnos nosotros, que con tanta facilidad abandonamos la oración en cuanto dejamos de sentir devoción sensible. ¿No es señal de que hasta en esto buscamos antes nuestro gusto que el de Dios? La oración nos es sobre todo necesaria cuando llega para nosotros la hora de la prueba, de la aridez, de la tentación. En esos momentos es cuando más necesitamos la ayuda divina. Esta razón debiera ser suficiente para que nos decidiéramos a prolongar la oración cuando el tedio se adueña de nosotros. Así obró Jesús, nuestro divino Modelo, en el Huerto de los Olivos.

¡Oh mi adorable Redentor!, por intercesión de tu Madre divina y de Santa Juana Francisca de Chantal te ruego me ayudes a cumplir fielmente las siguientes RESOLUCIONES: 1ª soportar, sin quejarme, no solamente las penas exteriores, sino también las espirituales, por grandes que sean las que tú quieras enviarme; 2ª no dejar nunca la oración, a pesar del tedio, del hastío, de las tristezas y las luchas. Hazme siempre fiel y constante en todas mis prácticas piadosas, para que también lo sea en el fervor, y con constancia y fidelidad busque siempre la verdadera perfección.

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