25 Nov CONSTANTE INTIMIDAD DEL VERBO ENCARNADO CON DIOS

Desde el instante en que el Verbo divino tomó carne mortal en el seno purísimo de María, comenzó una vida de oración, que no se acabó ni a la hora de la muerte. Su Corazón sagrado era el santuario por excelencia de su divinidad. Como la casa de Dios  tiene que ser casa de oración, el alma de Jesús se entregó a esta ORACIÓN CONSTANTE, si que ni el sueño lograse interrumpirla. No podemos comprender cuán grandes eran el recogimiento, respeto y pureza de intención con que oraba esta alma divina. Los mas altos fines eran los móviles de su oración: la gloria de Dios y nuestra salvación eterna. Su fervor era infinitamente superior al amor de los serafines, y su humildad era tan profunda que los mismos ángeles se llenaban de admiración al contemplarla.

Jesús hizo entonces los actos de ADORACION MAS SUBLIMES que jamás podrán hacerse, porque Dios adoraba a Dios y le rendía homenajes dignos de tan infinita grandeza. ¡Cuánto debiéramos avergonzarnos, al considerar esto, del poco respeto que a veces demostramos ante la Majestad divina, cuando oramos o meditamos! El Corazón de Jesús, desde que se formó, estuvo estuvo inflamado del mas perfecto amor beatífico, junto al cual son hielo todos los ardores de los santos reunidos. Regocijémonos de que el Padre celestial encuentra en su Hijo un amor digno de sus infinitas excelencias y adorables perfecciones. y ¡cuán grande fue también el AGRADECIMIENTO del Verbo encarnado por los múltiples y preclaros beneficios que nos han sido concedidos! No se cansaba de alabar al Padre celestial, que con tanta abundancia derrama sobre nosotros sus divinas misericordias, y ante todo por medio de la Redención. Le pedía al mismo tiempo que no dejase de colmarnos de sus favores ofreciéndole, en cambio, los trabajos, humillaciones y sufrimientos de su vida y muerte.
¡Cuánto debiéramos agradecer a Jesús que se haya dignado rezar por cada uno de nosotros a pesar de nuestra indignidad!

RESOLUCIONES

1- Humillarme frecuentemente en la presencia divina. 

2- Unir mi corazón al de Jesús para amar su excelencia infinita.

3- Alabarle, bendecirle y agradecer sin cesar su caridad increada fuente inagotable y abundantísima de los bienes de naturaleza, gracia y gloria

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