26 Nov. VENTAJAS DEL EXAMEN DIARIO DE CONCIENCIA

  De la misma manera que los comerciantes tienen en cuenta las pérdidas y las ganancias de cada día, así también nosotros debemos tenerla en los intereses del alma. Si descuidamos esta práctica, nos exponemos a que el mal eche en nosotros profundas raíces, "He pasado por el campo y por la viña del perezoso; todo estaba lleno de ortigas, de zarzas y de espinas; hasta la cerca se había derrumbado". Estas palabras, inspiradas por el Espíritu Santo, son viva imagen del estado lamentable y tristísimo del alma que vive sin vigilancia. Su conciencia se va cargando de culpas, sus malos hábitos se multiplican sin que se de cuenta; encontrándose, por tanto, expuesta a todos los peligros exteriores, porque descuida ahondar dentro de sí para estudiar sus inclinaciones.

Podemos preservarnos de esta desgracia por medio del examen diario de conciencia. Gracias a él nos damos cuenta de las culpas y las tendencias viciosas, reparamos en nuestras melancolías y descontentos, sondeamos sus causas y descubrimos de esta manera que hemos de combatir y reprimir. Si nos sentimos predispuestos a la tibieza, a la presunción o a la disipación, el examen dé conciencia estimulará nuestro celo. nos hará desconfiar de nosotros mismos, nos inclinará a la mortificación y al recogimiento, ayudándonos eficacísimamente progresar en la virtud.

Este examen facilitará La practica de la confesión y de la comunión diaria. También le deberemos la costumbre de estudiarnos y, por tanto, el conocernos, humillarnos y anonadarnos ante Dios, con lo que poseeremos grandes y preciosas ventajas para meditar y orar.

Así, sabiéndonos juzgar sin meternos a juzgar a nadie, podremos confiar que seremos tratados con indulgencia en el tribunal de Cristo: "No juzguéis y no seréis juzgados" (Luc 6,37).

RESOLUCIONES:

1- Hacer el examen general todas las noches acerca de las faltas cometidas durante el día

2- Examen particular acerca de algún defecto especial que se quiere corregir o de alguna virtud que se quiera adquirir.

3- Al final, pedir perdón a Dios por las negligencias que se hayan cometido y se renovará ese mismo propósito con intención de cumplirlo mejor.

¡Cuánto progreso hubieras podido realizar en la sólida virtud si te hubieras así estudiado interiormente!

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