4 DE NOVIEMBRE. SAN CARLOS BORROMEO.

Cuando fue nombrado obispo de Milán, S. Carlos Borromeo sabiendo que la diócesis necesitaba de reforma general, extremó la propia observancia y REGLAMENTÓ SU CASA. Las horas de la oración mental y vocal, del examen particular y de los demás ejercicios de piedad fueron señaladas a toda la casa, y nadie podía excusarse de asistir a estos ejercicios con puntualidad. Las personas que de él dependían tenían que confesar una vez por semana, oír Misa todos los días, o celebrarla diariamente si eran sacerdotes. Las comidas se hacían en común, y mientras se alimentaba el cuerpo, la lectura espiritual alimentaba también al alma. Además de los ayunos de la Iglesia se hacían otras rigurosas penitencias. La casa del arzobispo, formada por unos cien eclesiásticos, resultaba tan edificante que contribuyó mucho a la reforma planeada por San Carlos, pues nada es más eficaz que predicar con el ejemplo de una conducta irreprochable.

El ÉXITO de San Carlos Borromeo fue grande. Clero, religiosos, religiosas, cofradías y el pueblo entero, todos habían caído en gran relajación; pero todos se corrigieron de sus vicios y entraron de nuevo en las sendas del deber. Nadie pudo librarse a la influencia de tan EDIFICANTES EJEMPLOS como daba el primer pastor a sus ovejas, y que, MORTIFICANDO en sí los instintos de su naturaleza, permanecía unido a Dios en ORACIÓN incesante, y diariamente trabajaba en la propia perfección para obtener la salvación de sus hermanos. Su admirable caridad hacia los apestados, su inalterable paciencia en las persecuciones, su valor invencible cuando se trataba de atraer a los pecadores, todo en él era efecto del celo ardentísimo de su santificación y por extender el reinado de Dios en los corazones. A pesar de los trabajos y fatigas de las visitas pastorales, que realizaba por caminos peligrosos a través de las montañas, se le vio prolongar a veces la oración hasta seis horas seguidas. Tanto fervor tenía en la búsqueda de Dios y de las almas.

¡Oh Jesús! Por los méritos de tu Madre y de tu siervo San Carlos Borromeo, concédeme gran deseo de lograr una acabada perfección y el valor necesario para trabajar en conseguirla por cuantos medios estén a mi alcance. También me propongo conquistar almas para ti con el BUEN EJEMPLO y perseverante que tanta violencia hace a tu amantísimo Corazón.

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