8 DE NOVIEMBRE. BIENES QUE DIMANAN DE LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS.

 ¡Qué fuente de alegría, de alientos y esperanzas tenemos en el misterio de la Comunión de los Santos! En virtud de esta institución tan consoladora, cada uno de nosotros puede decir: "Pertenezco a la sociedad más NOBLE, a la más santa, a la más digna de ser venerada que existe en la creación, puesto que pertenezco a la sociedad de los predestinados y de los elegidos; en tanto que posea la amistad de Dios, participo de todos sus BENEFICIOS."

De esto se desprende que desde el principio del mundo los patriarcas, los profetas, todos los santos de la antigua Ley: los apóstoles, los pontífices, los mártires y todos  los justos desde los tiempos de Nuestro Señor Jesucristo, todos sin excepción, trabajaron POR MÍ. Tengo una parte en sus méritos, en los méritos de los ángeles, en los de su augusta Reina, y participo de los méritos de mi divino Redentor, y un solo suspiro suyo tiene infinito valor.-De estas consideraciones puedo sacar la siguiente CONCLUSIÓN: si todas las generaciones humanas, desde hace seis mil años, se hubieran dedicado a reunir para mí todos los tesoros del mundo,  mucho menos rico sería con todos estos tesoros perecederos de lo que ahora soy con las riquezas celestiales que poseo por la Comunión de los Santos.

Esto no nos DISPENSA en absoluto de tender a la perfección, porque al multiplicar los actos de virtud aumentamos el mérito personal y la parte que nos toca en los méritos de todos. Además, en los cielos, una muchedumbre de ángeles y de santos, nuestros protectores e intercesores cerca del Todopoderoso, están tanto más dispuestos a ayudarnos cuanto más fervorosos y más atentos nos vean en invocarlos.

Tomemos, pues, la resolución de UNIRNOS por la mañana y por la noche a los ejércitos celestiales, a las almas del purgatorio y a la Iglesia militante para alabar, amar y bendecir a Dios, lo mismo que ellos y como ellos, a cada latido del corazón. De esa manera ni un solo instante de la vida estará vacio de méritos, y todos ellos contribuirán  a dar gloria al Señor.

¡Oh Dios mío! Ayúdame a cumplir fielmente estas resoluciones: 1ª aplicar a los Fieles Difuntos el valor SATISFACTORIO de todas mis obras y sufrimientos; 2ª hacer cuanto pueda por IMITAR  a los santos, porque siendo de su misma raza y de su misma familia no debo ser para ellos como un degenerado. Pero, desgraciadamente, en vez de poseer sus virtudes, estoy lleno de defectos, soy cobarde para corregir el orgullo, la insubordinación, la sensualidad; soy muy inconstante para obrar el bien y apenas si tengo valor para vencerme e imponerme algún que otro sacrificio. Por los méritos de Jesús, de María y de toda la corte celestial, te ruego me despojes de estos harapos miserables de los vicios y me revistas de dulzura, humildad, obediencia, castidad y modestia; que al mismo tiempo me hagas amigo del recogimiento, de la oración, dueño de mi mismo, y me ayudes a estar siempre dispuesto a renunciarme y a abnegarme en todo y para todos.

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