9 DE NOVIEMBRE. LO QUE SON NUESTRAS IGLESIAS

 Cuando fue dedicado el Templo de Salomón, descendió fuego del cielo, y la Majestad del Señor llenó el lugar santo. Enseguida, todos los hijos de Israel, sobrecogidos de temor respetuosos, cayeron rostro en tierra y ADORARON Y BENDIJERON al Señor, repitiendo: "Porque es bueno y porque es eterna su misericordia (2 Crónic. 7, 3)."

También nosotros debemos sentirnos llenos de religioso temor siempre que penetramos en la Casa de Dios, palacio del Rey inmortal. "Confiado en la muchedumbre de tus misericordias, decía el rey David, entraré en tu casa; y poseído de santo temor, doblaré las rodillas ante tu santo templo (salmo 5, 8)." ADOREMOS , por tanto, en su templo al Salvador, porque es Dios, Creador y Redentor, Porque es Dueño de todo y tiene autoridad absoluta sobre todas las criaturas. Démosle GRACIAS por los beneficios de que diariamente nos colma, precisamente en esas iglesias donde reside, y desde las que vela sobre nosotros para protegernos, sostenernos y preservarnos de todo peligro. Dos, pues, son los primeros homenajes que debemos rendir a Jesús en los santuarios donde habita: homenajes de ADORACIÓN Y DE AGRADECIMIENTO.

Recordemos que nuestro divino Redentor repitió: "Mi casa será llamada casa de oración (Mat. 21, 13)." Luego en ella no debemos entrar más que para ORAR y no por entretenimiento o por curiosidad. El Señor dijo a Salomón: "Mis ojos estarán abiertos y atentos mis oídos a la oración del que me invocare en este lugar (2 Crónic. 7, 15)"; y Jesús mismo nos invitó a acercarnos a él con estas dulcísimas palabras: "Venid a mi todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas, que yo os aliviaré (Mat. 11, 28)." - Vayamos, por tanto, a él, busquémosle en sus iglesias y acerquémonos a él con el arrepentimiento del Hijo pródigo al presentarse al Padre, con el ardor y la insistencia del pobre ante el rico por excelencia, con la confianza del enfermo que espera curarse por la habilidad del médico. Roguemos al Señor que ilumine nuestro entendimiento, que purifique nuestra memoria, encadene nuestra imaginación, haga dócil y flexible nuestra voluntad. Pidámosle también que ordene nuestros pensamientos, afectos y deseos, y enardezca nuestro corazón, tan tibio y cobarde para servirle.

¡Oh Jesús mío! ¡Divino Prisionero de nuestras iglesias! Concédeme la gracia de visitarte con frecuencia en ellas para adorarte, demostrarte gratitud e implorar tu infinita misericordia. Me propongo asistir diariamente al santo sacrificio de la Misa, y no perder la Comunión, para así unirme más estrechamente a ti. ¡Oh Víctima Sacratísima, Pan de los ángeles, Maná del cielo!, tienes el dulcísimo sabor de la humildad, de la pureza, de la mansedumbre; llevas en ti la fuerza de la abnegación, de la paciencia y del renunciamiento; me comunicarás todas estas virtudes si me acerco a ti lleno de fervor y de confianza. Quiero, en unión de María, Reina del universo, de los ángeles y bienaventurados, rendirte homenajes, ofrecerte acciones de gracias y atraer sobre mi tus preciadas gracias que habrán de santificarme y unirme a ti del modo más íntimo e inefable.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lecc XXII EXPLICACION DE DIOS (1)

LA VIDA INTERIOR

Lecc 21 EXISTENCIA DE DIOS (4)