07 Dic. DESDICHA DE SER INFIEL A LA GRACIA

La gracia es una luz que ilumina el entendimiento para hacerle conocer y apreciar el bien; es un fuego que calienta la voluntad para hacerle amar y abrazar la virtud. Nada mas precioso que esta gracia divina: es como un rayo de la sabiduría y de la santidad de Dios. Más elevada que la tierra, mas noble que los ángeles, nos encumbra hasta la Divinidad, nos hace semejantes a ella y nos transforma en su bondad, bondad inefable, que aborrece el mal y que obra el bien.

Sin la gracia no PODÍAMOS NADA ABSOLUTAMENTE en el orden de la salvación. Por tanto, quien no corresponde a ella no sólo inutiliza tan apreciable tesoro, sino que además renuncia a vencer las pasiones, a corregir los defectos y a adquirir las virtudes, puesto que, sin la ayuda sobrenatural de Dios, nada puede para santificar el alma.

El que es infiel a la gracia está expuesto a PERDERSE eternamente. Porque el Espíritu Santo retira las gracias a quien las menosprecia, las rechaza o abusa de ellas. Es justo que el beneficio que nos negamos a aceptar sea concedido a otro. Si nosotros cerramos a Dios las puertas del corazón, es natural que Dios no quiera habitar en él. Pero ¡qué desgracia ésta para el alma! Pierde el único remedio para sus males y el medio que tenía para no condenarse. Luzbel y sus ángeles fueron precipitados al fondo de los abismos infernales porque cortaron el lazo que sobrenaturalmente los tenía unidos con Dios, es decir, porque perdieron la gracia.

¡Qué sería de nosotros sin este divino alimento, imprescindible para la salvación! ¡Pensar que a veces por una nonada nos negamos a recibirlo! Es bien triste que por no molestarnos, por no contrariar nuestros gustos e ideas, o seguir el capricho de la fantasía, dejemos de corresponder a la gracia divina.

¡Cuán lejos estoy de parecerme a la Virgen Inmaculada! Ella, por su docilidad, estaba libre de toda rebeldía y cedía sin esfuerzo alguno a los movimientos e impulsos del Espíritu Santo; mientras que yo, con tanta frecuencia opongo resistencia a tus luces y divinos atractivos.