1 DE ENERO. LA CIRCUNCISIÓN.

 Para recompensar la humildad del Hijo -dice el Apóstol-, "el Padre Eterno le ha dado un Nombre sobre todo nombre", que hará doblarse todas las rodillas en el cielo, en la tierra y en los infiernos. En efecto, las celestiales jerarquías reverencian este nombre sagrado, nombre que escuchó un ángel de boca del Padre Eterno, y cuya virtud, al salvar nuestras almas, hará se llenen de gloria los tronos que quedaron desiertos cuando se rebeló Lucifer. Todos los bienaventurados, sin excluir a las divina Madre, deben a este Nombre su glorificación. Y el mismo Dios Creador se llena de compasión para aquellos que invocan este Nombre (Juan, 16, 23).

¡Oh Nombre adorable, Nombre que hizo formarse en la tierra el mundo nuevo de la gracia, infinitamente superior a toda la creación! desde que sonó este Nombre, al decir "JESÚS" las cabezas se humillan y se llenan los corazones creyentes de amor y de respeto. Por este Nombre divino convirtieron mundos los Apóstoles y los Santos hicieron prodigios. Por este Nombre triunfaron los Mártires de los tiranos y dieron su vida por el Evangelio (Juan 16, 33). Por este Nombre sigue hoy la Iglesia actuando hasta los confines del mundo: reza, bendice, absuelve, consagra, predica las verdades reveladas, administra los Sacramentos, santifica el lecho de muerte como santificó la cuna, y coloca, cual signo de esperanza, la cruz en nuestra tumba como prenda de feliz inmortalidad. ¡Cuántas órdenes religiosas, cuántas fundaciones piadosas, cuántas instituciones de caridad, obras santas de todas clases, han llenado el universo en virtud de este Nombre todopoderoso!

Este Nombre es temido en el mismo infierno, y los príncipes de las tinieblas nada pueden contra aquél que lo invoca, como fue probado en los primeros tiempos, cuando, al pronunciarlo, callaban los oráculos y caían los ídolos hechos pedazos. Por la virtud divina de este Nombre, nombre de salvación, triunfa la Iglesia contra la impiedad y contra todas las persecuciones de sus adversarios.

¡Este es el premio, oh Salvador mío, de tus humillaciones y de tus sufrimientos! De este modo también seremos nosotros recompensados por todos los sacrificios hechos por Dios al ejercitar la humildad, la penitencia y el renunciamiento. En recompensa, el Padre Eterno nos hará fuertes y poderosos: en el cielo, por nuestras oraciones; en la tierra, por nuestras obras y en el infierno, por las victorias que habremos logrado sobre le enemigo del bien.

¡Oh María! ¡Oh José! Haced con vuestra intercesión que esto se cumpla no solo en este día, sino durante el año que el Señor empieza paranosotros.

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