15 Dic. COMO APROVECHARNOS DE LAS ENFERMEDADES

 "Pues tú eres, Señor, dice la Escritura, el dueño de la vida y de la muerte, y nos haces volver atrás desde ellas (Sab 16,13)". Algunos enfermos, olvidando estas verdades, se descorazonan, porque en vez de elevarse a Dios, origen de todas las cosas, atribuyen sus males a mil causas parciales y secundarias, y se olvidan de que todo cuanto acontece en el mundo es disposición de la voluntad o el gobierno de Dios, infinitamente sabio e infinitamente santo, que busca únicamente nuestra salvación.

¿No realizó Jesús la obra de la Redención por el sufrimiento? Un día pusieron en manos de un enfermo una imagen de Jesús Crucificado, encomendándole al mismo tiempo que le rezase para obtener su curación. Pero el enfermo replicó: "¿Cómo queréis que le pida que me baje de la cruz, cuando veo mi redentor clavado en ella?". ¡Ah! primero prefiero sufrir con él, que tanto ha padecido por mí". Meditando acerca de los dolores y del amor de Cristo en su Pasión, aprenderíamos a resignarnos fácilmente en nuestras enfermedades, y lejos de desear vernos libres de ellas, nos sentiríamos hasta felices al pensar que podíamos unirlas a los tormentos del Hombre-Dios y participar así de sus méritos (1 Pedro 4,13).

La esperanza de ganar el Cielo nos ayuda también a sufrir con resignación, porque dice la Escritura que "es preciso pasar por medio de muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios (Hch 14,21)". La última enfermedad , como pudo ver milagrosamente santa Liduvina, termina la corona termina la corona que cada uno tiene preparada en la asamblea de los santos. "Luego si con Cristo padecemos, reinaremos también con él en la mansión de gloria y de todas las delicias (2 Tim 2,12)".

¡Qué alentador es este pensamiento cuando se siente tedio, cansancio, fiebre, dolores y demás molestias que traen consigo las enfermedades corporales! ¡Cuánto nos ayuda a mortificar el mal humor, a ahogar las quejas y a disipar las tristezas, dándonos ánimos para someternos dócilmente a las prescripciones médicas y para demostrar agradecimiento a cuantos nos prestan asistencia!

RESOLUCIONES:

1- No hablar de mis dolencias físicas mas que a los encargados de cuidarme.

2- Ofrecerte con frecuencia, Jesús mío, todos mis dolores, en unión de cuanto tú por nosotros padeciste y en unión de los merecimientos de María y de los mártires, pidiéndote paciencia perfecta para sobrellevarlos, para que así sean saludables a mi alma, a los fieles difuntos, a los pobres pecadores  y, sobre todo, a los que estén ahora en agonía.

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