16 Dic. DEFECTOS QUE HIEREN LA CARIDAD

 Meditemos acerca de algunos defectos que de modo especial hieren la caridad, para detestarlos y huir de ellos. Uno, y por cierto muy corriente, es la MALEDICENCIA, que consiste en hablar mal del prójimo, revelando a los demás sin motivo suficiente sus faltas ocultas. También se incurre en esto al exagerar los defectos de otros, aunque éstos sean conocidos, y al interpretar maliciosamente las acciones buenas del prójimo o al suponer en él malas intenciones. Se peca además contra la caridad al negar o rebajar el bien obrado por el prójimo o al oponerse a los justos elogios que se le tributan. - Evitemos estos defectos, pues con ellos desagradamos a Dios.

Y extrememos la delicadeza con nuestros semejantes hasta el punto de evitar la CRÍTICA mas ligera, y no hablemos nunca sin motivo de las flaquezas del prójimo. En estas conversaciones se merma la estima debida a todos; y cuando estas críticas atañen a padres o superiores, el daño es mas grave todavía y mas importante la falta, porque se expone uno mismo o expone a los demás a faltar el debido respeto a los representantes de Dios o a obedecerles con repugnancia.

Siguiendo el consejo de san Francisco de Sales, acostumbrémonos a ver al prójimo en el Corazón de nuestro Salvador y tratémosle siempre con deferencia, evitando mortificarle con bromas o herirle con palabras mordaces, disgustarle, avergonzarle, en una palabra, hacer con él lo que no quisiéramos que hiciesen con nosotros.

Sé, como dice el Apóstol, "que los infamadores son  tus enemigos (Rom 1,39), y que tú , Señor, aborreces la MALEDICENCIA, ya que por ella se roba la fama del prójimo, a veces más preciosa que los más ricos tesoros. No consientas que jamás se critique ni murmure, pues la crítica, generalmente, proviene del orgullo o de la propia estimación. 

PROPÓSITOS.

1-siguir el ejemplo de santa Teresa de Jesús, a tomar siempre la defensa del ausente

2- no meterme jamás en averiguaciones de vidas ajenas y a evitar toda palabra poco caritativa.

3-  hacer con frecuencia actos de fe sobre la dignidad del prójimo, en quien Jesús transfirió sus derechos y benevolencia