17 DE ENERO. SAN ANTONIO, ABAD

 Aunque San Antonio no estudió en los libros de los sabios y filósofos del mundo, había adquirido una ciencia celestial, capaz de confundir a los más engreídos, como pudo demostrarlo en diversas ocasiones. Los arrianos le temían, los doctores le consultaban, San Atanasio y el emperador Constantino tenían a gala estar en correspondencia con él. Cuando, con el tiempo, llegó a ser patriarca de ermitaños, tuvo muchísimos discípulos, a quienes instruyó en la ciencia de los Santos. "Nuestra alma, les decía, creada en rectitud, no es tan reacia a la perfección como generalmente se piensa, pues está de acuerdo con el estado primitivo del género humano."

San Antonio tenía como BASE Y FUNDAMENTO de santidad: una fe viva, profunda humildad y lucha constante contra sí mismo y sus inclinaciones. "Guardaos decía, de relajaros nunca en la virtud, pensamiento en los años pasados al servicio de Dios. AUMENTAD más, si cabe, vuestro fervor, como si empezaseis a caminar por las sendas de la devoción. Nuestra vida es muy corta, comparada con la eternidad que esperamos como premio. No pensemos que trabajamos mucho por Dios, pues lo mismo nuestros trabajos que nuestras penas no guardan proporción con la gloria que se nos ha prometido. Aunque hubiésemos tenido que sacrificar el mundo entero, ¿Qué valdría este sacrificio si lo comparamos con el precio incalculable de la eterna bienaventuranza?"

De esta manera animaba el Santo a sus discípulos a que, HUYENDO DE LA NEGLIGENCIA, perseverasen en la oración, llorasen sus faltas y se humillasen constantemente, temiendo ser tentados hasta en sus últimos momentos. Su doctrina, de acuerdo con la del Apóstol, nos recomienda el santo TEMOR en la obra de nuestra salvación. Lo mismo aconseja San Alfonso de Ligorio al recomendarnos que tengamos siempre el temor de nuestra perdición eterna.

¡Oh Dios mío! Sin tener las virtudes de los santos, firme en no sé que vana presunción, me prometo una seguridad sin cuidados, vigilancia, recogimiento ni mortificación. Por los méritos de tu divina Madre y de San Antonio, concédeme la sabiduría cristiana, necesaria para poner los medios conducentes a la eterna salvación, siendo los más seguros: el HÁBITO DE LA ORACIÓN, el VENCIMIENTO de los sentidos y pasiones y la más completa FIDELIDAD a las gracias que sin cesar nos proporcionas.

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