5 DE ENERO: VIGILIA DE LA EPIFANÍA

 Dios manifestó su Hijo, nuestro Salvador, a Judíos y a Gentiles, puesto que un ángel apareció a los Pastores y una estrella a los Magos, dándolo a conocer a pobres y ricos, ignorantes y sabios, vasallos y reyes, en una palabra, a todo el género humano, representado por los Pastores y los Magos. Conducta admirable del Señor, que de este modo nos recuerda la UNIVERSALIDAD de la Redención. Jesucristo nos ha redimido a todos, luego todos debiéramos amarnos unos a otros SIN EXCEPCIÓN, olvidando las malquerencias y los odios para recordar tan solo el precio infinito que el señor pagó para redimir al género humano. Por esto, guardémonos bien de alimentar rencillas y aborrecimientos, guardémonos también de faltar a la caridad contra el prójimo, criticándole, despreciándole o envidiándole.

Los Magos obedecieron fielmente el llamamiento de Dios, y cuando hubieron cumplido su misión, retornaron a su país por OTRO CAMINO, siguiendo el aviso celestial que habían recibido. De igual modo, después de haber contemplado en el establo a la Sabiduría encarnada reducida a la mayor humildad, penitencia y pobreza, no podremos seguir caminando por los senderos del mundo que nos desviarían de nuestro destino, sino, ASPIRANDO AL CIELO, nuestra patria, cambiemos de ruta y luchemos contra las tres concupiscencias del mundo, verdugos de tantas almas.

Tomemos las siguientes resoluciones:

  1. Frenar en nosotros la suficiencia, la presunción, el deseo de vernos encumbrados, reemplazando estas funestas tendencias con el gusto de la vida solitaria, silenciosa y recogida.
  2. No conceder a nuestra exigente sensualidad todos sus gustos, mortificando paladar, vista y olfato.
  3. Practicar ampliamente la virtud de caridad, a pesar de nuestro apego a los bienes terrenales y de las repugnancias del amor propio. 
Este será el precio que habremos de pagar, si queremos, como los Santos Reyes Magos, llegar al cielo, nuestra patria verdadera, no sin antes haber recibido en el trato con Jesús gracias divinas y abundantes. ¡Oh Víctima sagrada!, con los tres Reyes Magos me prosterno humildemente a tus pies y te rezo, te amo, te adoro. Por la intercesión de estos Santos Reyes y por la de tu divina Madre, te suplico me infundas verdadero ESPÍRITU DE CARIDAD que me haga amar a todos los hombres, hasta aquellos que me son más opuestos y desagradables. Haz que sin vacilaciones aproveche los EJEMPLOS de virtud que me das en Belén, virtud que te hace renunciar a todas tus prerrogativas divinas, como para enseñarme de qué manera debo despreciar las ambiciones humanas, los refinamientos del lujo, de los goces de los placeres, arrancando de mi corazón el amor a los bienes pasajeros. Por siempre en mi mente el pensamiento de la PATRIA CELESTIAL, ya que para ella me creaste, redimiste y santificaste.

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