2 DE FEBRERO. MIÉRCOLES DE CENIZA

 La Iglesia termina la bendición de la ceniza con una exhortación a los fieles. Les aconseja que, sin contentarse con las exteriores señales de penitencia, se llenen interiormente de su ESPÍRITU. "Ayunemos, dice, como quiere el Señor, pero acompañemos este ayuno con lágrimas de arrepentimiento, prosternándonos ante Dios, lamentando con amargura de nuestros corazones lo ingratos que hemos sido para con él." Pero para que nuestra contrición sea provechosa a nuestra alma, habrá de ir acompañada de verdadera confianza; por eso la Iglesia añade seguidamente, que Dios está lleno de misericordia y de bondad, y siempre dispuesto a otorgarnos su perdón. Por eso podemos confiar que, en arrepintiéndonos de ellas, nuestras faltas nos serán remitidas. Dios no desprecia jamás un corazón contrito y humillado.

La liturgia del día termina exhortándonos a tomar generosas resoluciones. "Corrijámonos, dice, de las faltas que hemos cometido por debilidad, ignorancia o malicia, no sea que, sorprendidos por la muerte, busquemos tregua para penitencia y no podamos encontrarla." El pensamiento de la MUERTE reaparece aquí de nuevo, para ayudarnos a mejorar de conducta y ¡qué eficaz para nosotros! ¿Quién al borde de la tumba y cercano el momento de comparecer ante el tribunal de Dios, se atrevería a ofender a su Juez, sin querer arrepentirse de sus culpas, o viviendo en el pecado, en la tibieza o en la negligencia?

Pongámonos en espíritu en nuestros últimos momentos y contemplémonos sobre el lecho de muerte, llenando nuestro corazón de los sentimientos de arrepentimiento que entonces querríamos tener. Coloquemos nuestra CONFIANZA en la misericordia divina, en los méritos infinitos de Jesús y en la intercesión de la Santísima Virgen María. -Además PROMETAMOS al Señor:

  1. Arrancar de nuestro pensamiento, conversaciones, conducta, todo cuanto le disguste.
  2. Vivir, siempre que sea posible, en soledad, silencio y recogimiento interior, que, al par que favorece en nosotros el espíritu de oración, nos habrá de separar de todo cuanto no sea Dios.
"Señor, te diré con tu Iglesia, dígnate enviar tu santo ángel para que bendiga y santifique las cenizas preparadas en este día; haz que sean un remedio saludable para todos aquellos que, arrepentidos de sus culpas, se postran delante de ti con corazón contrito y humillado; concédeles perdón de sus pecados y salud para el alma y para el cuerpo. Derrama tu gracia en sus corazones para que se llenen de arrepentimiento; atiende sus justas peticiones, y haz que conserven intactas las gracias que te dignes otorgarles."

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