22 DE MARZO. EL DON DE DIOS

 “Si supieras, dijo Jesús a la Samaritana, quien es el que te dice: Dame de beber.” Si supieras, alma redimida por mi sangre, lo que yo soy para ti, yo, que siempre te estoy diciendo: Dame tu corazón, dame tu voluntad, dame tu amor… ¿Qué no he hecho yo para ser amado de ti? ANTES DE TODOS LOS SIGLOS, cuando el mundo aun no existía ni había sido creados los espíritus celestiales, yo te amaba. Te amaba desde entonces sin ningún interés, únicamente por bondad, contemplándote a través de las generaciones y de los millones y millones de seres que me proponía crear.

Te veía en aquel tiempo con todas TUS CULPAS, olvidada de mis beneficios y llevando tu ingratitud hasta resistirte a mis gracias, y más aún, renovar los tormentos de mi Pasión. Y a pesar de todo, alma redimida, aunque cueste trabajo creerlo, yo te AMABA con ternura, como a pobre oveja descarriada, a la que quería amparar en el redil de mi gracia. Y para conducirte a mi redil, ¡cuántos trabajos me COSTASTE! descendí del trono de mi grandeza a la vil condición de esclavo, pudiéndose decir de mí: "Es un gusano y no un hombre, oprobio de los hombres y deshecho de la plebe (Salmo 21, 7)." ¿Te das cuenta ahora de cuánto yo te he amado?...

Jesús, demasiado bien comprendo toda MI INGRATITUD y perfidia hacia ti. Tú me concediste la existencia, sin mérito alguno mío, ¡y cuántas veces he abusado de mi existencia pecando contra ti! en el bautismo recibí los preciosos dones que generosamente me otorgabas. pero ¿Cómo he sabido emplearlos? desgraciadamente, apenas llegado a la razón, como nuevo hijo prodigo los he gastado inútilmente para satisfacer mis locas inclinaciones. Sin embargo, Señor, tu amor hacia mi no se ha enfriado y siempre estás sediento del mío. Bajaste del cielo, pasando en esta vida muchos trabajos y fatigas, y ahora estás, como aquel día, junto al pozo de Jacob, diciéndome en la Eucaristía: "Si supieras quién es el que te dice. dame de beber, dame tu corazón, dame tu voluntad, dame tu amor..." ¡Oh Creador y Redentor mío! Eres el amigo más fiel y tierno de mi alma. ¿Cómo podría yo resistirme a tu amor? Quiero consagrarte mi mente para que siempre PIENSE en ti; te entrego totalmente mi corazón con deseos y afectos. Afirma en mí la resolución de pertenecerte sin reserva bajo la protección de tu divina Madre, de quien me hiciste también hijo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lecc XXII EXPLICACION DE DIOS (1)

LA VIDA INTERIOR

Lecc 21 EXISTENCIA DE DIOS (4)