24 DE MARZO. LA CONFESIÓN FRECUENTE

 Los que se acercan con frecuencia al tribunal de la penitencia, por ejemplo, cada ocho días, no  necesitan mucho tiempo para el EXAMEN de conciencia, más pueden ,para provecho, sondear el fondo de sus corazones, pesar los motivos de sus acciones, escudriñar sus pensamientos y deseos, los sentimientos que los dominan; estudiar el origen de sus defectos y aprender a conocerse para corregirse, despreciarse y adelantar en la sólida virtud. "Considerad, dice San Bernardo, cuánto aprovecháis, o cuánto perdéis." A pesar de esto, en el confesonario solo se nos exigen las faltas verdaderas.

En cuanto a la CONTRICIÓN, es más necesaria que el examen y es preciso excitarse a ella, por la reflexión y la oración; por la reflexión, pensando en lo que más nos mueve a arrepentirnos, por ejemplo: el cielo que se nos cerraría, el infierno por el pecado mortal merecido, el purgatorio en que incurriríamos por los pecados veniales, la calidad de los tormentos que en le purgatorio o en el infierno habríamos de padecer, sin duda espantosos, pues, según San Agustín, sobrepasan a cuanto no es posible sufrir ni siquiera imaginar en esta vida.

Además de acercarnos al sacramento de la Penitencia con sentimientos de temor debemos llevar sentimientos de amor. Para evocarlos no tenemos más que recordar la bondad de Dios, sus infinitas perfecciones ultrajadas, sus beneficios que tantos se niegan a reconocer, sus gracias despreciadas y la Pasión de Cristo renovada por nuestras iniquidades. Si consideráramos seriamente estas verdades, nuestros corazones se moverían a arrepentimiento y llenarían de dolor por las culpas, y más pidiendo a la Santísima Virgen la gracia de la verdadera contrición. -Hagamos un acto de dolor y tomemos la firme resolución de corregir nuestros defectos.

Esta resolución, llamada propósito de la enmienda, debe completar y perfeccionar nuestra compunción, porque no sería posible detestar las culpas pasadas si no tomásemos las debidas precauciones para prevenir el peligro de volver a caer. Por eso el propósito ha de ser firme, universal y eficaz, siendo estas cualidades absolutamente indispensables al tratarse de pecados mortales. -Cuando uno se acusa solo de veniales, es suficiente tomar la resolución de enmendarse de alguno de ellos, o incluso dolerse de pecados de la vida pasada, de los que también podrá hacerse propósito de enmienda, ya nombrándolos en especial, ya diciendo solamente contra qué mandamiento se pecó.

Dios mío, no permitas que desperdicie las gracias de la confesión, acercándome a este sacramento sin el arrepentimiento debido, sin propósito de enmienda, o no dando, al acusar mis pecados; suficiente materia para la absolución. Haz que por lo menos tome la firme resolución de evitar aquellos pecados graves en que tuve la desgracia de caer durante mi vida pasada, de disminuir el número de faltas leves, de que con tanta frecuencia tengo que acusarme en el santo tribunal de la Penitencia.

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