13 DE ABRIL. MIÉRCOLES SANTO. EL VIA-CRUCIS

Sin hablar del gran  número de indulgencias con que fue enriquecida esta devoción, podremos apreciar sus ventajas considerando que cada una de las estaciones del Vía-Crucis es como una ESCUELA DE VIRTUDES. En nuestros devocionarios y libros de piedad están descritas las escenas de la Pasión; el Vía-Crucis nos hace asistir a la condenación del Salvador, viendo a Pilato sentado en su tribunal y al Hijo de Dios en pie ante él, escuchando la sentencia de muerte a que tan injustamente fue condenado. ¡Y qué inaudito espectáculo éste! Nos hace contemplar la inocencia infinita, cargada por nuestras culpas con la cruz de los criminales, y al Todopoderoso desfallecer bajo el inmenso peso de nuestros pecados.


El ejemplo arrastra más fácilmente que la palabra. Nuestra fidelidad, pues, en seguir a Jesús por su Vía dolorosa, es uno de los medios más eficaces para lograr nuestra santificación, y es MEDIO que está al alcance de todos y que, sin fatigar el espíritu, reanima poderosamente el corazón. En cada una de las estaciones del camino de la Cruz encontraremos una enseñanza fácil y práctica; es decir, que encontraremos los ejemplos que nos ha querido dar el mismo Dios, ya en sí luz y fortaleza. Además, nuestro divino Salvador no deja nunca de ayudar a las almas que se aprestan a seguir sus huellas, y hace que por ese medio aprendamos a humillarnos, a obedecer, a soportar las contradicciones y la oposición del prójimo, sin asperezas, sin impaciencias.
                           
¿Es esto lo que vamos BUSCANDO al hacer el Vía-Crucis? Cuando practicamos tan piadoso ejercicio, ¿procuramos tomar la resolución de renunciar a nosotros mismo, renunciando a nuestras malas inclinaciones y defectos? Al contemplar a Jesús y a María, unidos en el camino del Calvario para obrar juntos nuestra Redención, ¿no nos sentimos animados a trabajar y abnegarnos por la felicidad de nuestros semejantes? –Y al considerar al Cirineo ayudando a Jesús a soportar el peso de la Cruz ¿no nos llenamos de vivos deseos de aliviar a nuestro Salvador en la persona de nuestros prójimos?
¡Oh Dios mío! El favor que concediste a la Verónica debería estimularme a grabar en mi espíritu y corazón las facciones ensangrentadas de mi Salvador, coronado de espinas y desfigurado por mi amor. Todas las estaciones del Vía-Crucis deberían ser para mí escuela de perfecta resignación en las penas de la vida. La resignación es el secreto de la paz interior, el crisol donde se prueba la virtud y la fuente del verdadero mérito. -¡Oh Jesús, oh María!, ayudadme a recoger de la devoción al Vía-Crucis los preciosos y abundantes frutos que de ella se desprenden.

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