26 DE ABRIL. LA ALEGRÍA ESPIRITUAL

 Vivir en el servicio de Dios PARECE TRISTE y aburrido a muchas almas; a veces los mundanos llegan a encontrarlo insoportable. Y ¿por qué? Porque, como dice San Bernardo, "solo ven el exterior de la virtud y no ven, en cambio, la alegría interior que inunda los corazones de los amigos de Dios". Con ayuda de esta deliciosa alegría, fruto de la gracia, los santos llevaron fácilmente el yugo del Señor. Ni los sacrificios continuos que se imponían, ni las persecuciones de sus enemigos, eran capaces de abatirlos o disminuir su alegría, fundada únicamente en Dios.

La santa alegría que resplandecía en sus semblantes EDIFICABA al prójimo y llevaba las almas hacia Jesús. ¡Cuántos corazones enamorados del mundo, ¡oh Dios mío!, se entregarían a ti sin reserva si comprendieran la felicidad que se esconde en tu santo servicio! Tenemos la prueba en tantas almas buenas que, sin necesidad de predicarnos, nos convencen calladamente. ¡Cuántos paganos se convirtieron al considerar la alegría de los mártires en medio de los mayores tormentos! Gran ventaja sería para nosotros poseer esta alegría que nace de la buena conciencia. Nos serviría de poderosa ayuda en la práctica de nuestros deberes y ejercicios piadosos, al mismo tiempo que comunicaría sus encantos a la religión y a la virtud.

Con la alegría espiritual PERSEVERARÍAMOS fácilmente en el bien. ¿De dónde viene que a veces nos llenamos de hastío en la oración, o por el renunciamiento y demás ejercicios de santificación? Sencillamente, porque no nos empleamos en ellos con ardor y generosidad. La alegría espiritual pone fin a este mal, porque dilata nuestros corazones, nos infunde valor y redobla nuestras fuerzas, haciéndonos de esta manera permanecer siempre fieles a Dios, a pesar de las dificultades y tentaciones.

¡Oh Jesús! Hazme participar de la divina alegría de que estabas inundado cuando saliste glorioso del sepulcro en el día de tu Resurrección. Hazme encontrar en la lectura, en la oración y en la consideración de tus bondades la espiritual MEDICINA que cure mis tristezas y amarguras. Que la ESPERANZA de resucitar un día contigo para participar de tu gloria me consuele de todas mis penas. Tú, que dijiste a tus apóstoles: "Alegraos de que vuestros nombres están INSCRITOS en los cielos", haz que no se borren en mi alma estas palabras, para que pueda recordarlas en medio de las tribulaciones de la vida. haz que pueda siempre mostrar un semblante sereno, aun cuando en mi corazón reine la angustia y la ansiedad.

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