3 DE MAYO. JESÚS EL BUEN PASTOR (2)

 Nada puede darnos Él tan grande y tan maravilloso como la blanca y luminosa Hostia. En ella se nos da Él mismo, la oblación infinitamente más sublime e inapreciable que todos los bienes y valores terrenos; la oblación, que todo lo encierra en sí misma, en la cual encuentra su gozo el eterno y santo Dios y con la cual podemos darle nosotros la más perfecta y digna acción de gracias por todo lo que Él ha obrado y obra constantemente en nosotros. Si no tuviéramos el santísimo sacrificio del altar, ¿Cómo honraríamos, glorificaríamos y daríamos a Dios las gracias, que Él se merece? ¿Cómo le ofreceríamos una digna reparación por nuestros pecados? ¿Cómo alcanzaríamos de Él perdón, gracia, luz y fuerza? ¿Cómo podríamos llegar a la posesión de la vida eterna? "Yo soy el Buen Pastor." Él nos da la santa Eucaristía, el sacrificio de la santa Misa. ¡Cuánto le ha costado poder darnos la santa Eucaristía y el sacrificio! Primero, tuvo que despojarse de sí mismo. Después, tuvo que bajar del cielo y revestirse de nuestra nada. Después de treinta años de silenciosa y retirada vida, se lanza al camino del ayuno, de la oración, del sacrificio, de las privaciones, de las humillaciones, de los dolores, trabajos y penalidades de toda clase, hasta llegar a entregar su propia sangre y vida. Y, todo ello, para buscarnos, para encontrarnos y salvarnos a nosotros, las ovejas errantes y descarriadas. "El me amó y se entregó a si mismo por mí" (Gal. 2, 20). Todo esto le ha costado poder darnos la santa Eucaristía y el sacrifico de la santa Misa. "Porque amó a los suyos, por eso les dio la más alta prueba de su amor" (Jn. 13, 1), en la institución de la santa Eucaristía. "Éste es mi cuerpo. Ésta es mi sangre. Haced esto en memoria de mí." El sacrificio de la santa Misa es un compendio de la vida y de la pasión del Señor,. En él se encierran el fuego y la caridad de su Corazón, su sumisión al Padre, su amor hacia nosotros, sus méritos, sus santas oraciones y todas sus obras. Todo esto vuelve a ser una realidad sobre el altar, en el sacrificio de la santa Misa; se convierte en propiedad nuestra, para que nosotros podamos ofrecérsela al Padre, como nuestro sacrificio de adoración, de acción de gracias, de súplica y de expiación. "Yo soy el Buen Pastor. Yo doy mi vida por mis ovejas. Yo conozco a mis ovejas" y me inmolo por ellas con el mismo amor, con el mismo anhelo, de salvarlas y santificarlas, con que lo hice por vez primera en la cruz. "Yo soy el Buen Pastor."

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lecc XXII EXPLICACION DE DIOS (1)

LA VIDA INTERIOR

Lecc 21 EXISTENCIA DE DIOS (4)