21 DE JULIO. SENCILLEZ CRISTIANA

 La sencillez lleva este nombre, según Santo Tomás, porque es en todo opuesta a la doblez, la cual consiste en hacer que las apariencias exteriores sean diferentes de los sentimientos del corazón. La sencillez significa rectitud y va directamente a su fin siguiendo un solo camino. Esta virtud, dice el Cardenal Bona, es poco conocida de los hombres, es de un GRAN VALOR en sí misma y agrada a Dios sobremanera.

En efecto, la Sagrada Escritura lo declara: "EL SEÑOR LA AMA"; ella conquista su corazón y no es de extrañar porque Dios es la Verdad misma; por tanto, enemigo de toda mentira, y no puede menos de querer a un alma enemiga del disimulo. Por eso la defiende, como el pastor a la oveja que lobos crueles quieren arrebatarle. La cubre, dice el Espíritu Santo, con su poderosa protección, la ilumina, la guía, le da a conocer sus deseos y pone en ella sus complacencias, como un padre amante en su hijo querido. Por eso recomiendan los textos sagrados que unamos la sencillez a las DEMÁS VIRTUDES: "Siervos, obedeced a vuestros señores temporales, dice San Pablo, con temor y respeto, con sencillo corazón, como a Cristo (Ef. 6, 5)"; y añade: "porque toda nuestra gloria consiste en el testimonio que nos da la conciencia de haber procedido en este mundo con sencillez de corazón y sinceridad delante de Dios (2Cor. 1, 12)." La rectitud, dice en otro lugar, habrá de santificar vuestras mutuas relaciones y vuestras buenas obras y todos los deberes indispensables para alcanzar la salvación. El Evangelio nos enseña a obrar siempre con pureza de intención y a que no se entere nuestra mano izquierda del bien que hace la mano derecha (Mat. 6, 3).

De este doctrina podemos deducir las siguientes conclusiones:

  1. La sencillez cristiana NOS DESPRENDE de nosotros mismos y de las cosas creadas y nos eleva por encima del amor propio y de todas las consideraciones humanas.
  2. Pone a Dios ÚNICAMENTE en nuestro espíritu, pues purifica nuestras intenciones, y en nuestro corazón, porque santifica nuestros deseos y afectos. 
Por esto es tan excelente esta virtud, que nos despoja de todo lo que es bajo y terrenal y nos reviste con los esplendores de la verdad y de la santidad divina. -Este es el motivo por el que las almas sencillas sirven a Dios lo mismo en el mundo que en la soledad; lo mismo cuando la adversidad llama a sus puertas, que cuando les sonríe la prosperidad. ¿Son éstas nuestras disposiciones? ¿Aceptamos las penas y las alegrías con la misma indiferencia? En ambos casos encontramos siempre la voluntad de Dios, que debe bastarnos en todo si, como el santo Job, sabemos ser sencillos y temerosos de Dios.

¡Oh Jesús! Hazme comprender cuán excelente es la sencillez, enemiga del engaño y del disimulo. Tú proteges y defiendes a quienes la practican; por lo tanto, quiero desde ahora ejercitarme en esta virtud. Concédeme la gracia del amarte con todo mi corazón y buscarte a ti solo con pensamientos, intenciones, deseos, proyectos, palabras y acciones.

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