7 DE JULIO. LA PROPIA VOLUNTAD

 Se llama voluntad propia la que es CONTRARIA en nosotros a la voluntad de Dios. "No es, dice San Bernardo, nuestra voluntad razonable, ni la voluntad ajena, sino únicamente la de nuestra naturaleza corrompida por el pecado. Bestia cruel, loba rapaz, leona rugiente, añade el Santo, ¡con qué audacia se atreve a atacar a la majestad divina y quiere suplantarla reinando en su lugar!"

En efecto, ¿de qué no será CAPAZ la volunta depravada? Siempre buscando sus intereses y satisfacciones, es inconstante y voluble, cambia de la noche a la mañana. Terca en sus CAPRICHOS, quiere mandar sin motivo en contra del sentido común, y más se obstina cuanto más se la contradice. Sometida al yugo, solo aspira a sacudirlo; si logra librarse de él, solo es para obrar con mayor licencia y desenfreno. Y cuando halla resistencia a sus caprichos, la propia voluntad se entristece, se queja, se impacienta y pone en juego todos los recursos para lograr sus deseos.

Además, la voluntad propia lleva en sí todos los INSTINTOS de la bestia y toda la MALICIA del demonio. "Así como la voluntad de Dios, dice San Anselmo, es el principio de todos los bienes, la voluntad del hombre es la CAUSA de todos los males." San Anselmo declara "que si no hubiera voluntad propia, no habría infierno". -En efecto, el pecado es el origen de todos los males, en el tiempo y en la eternidad, y como procede de la voluntad propia, debemos considerar a ésta como la única causa responsable de las desgracias presentes y futuras.

Estos poderosos motivos son más que suficientes:

  1. Para que renunciemos a nuestras repugnancias y caprichos, tan opuestos a veces al beneplácito divino.
  2. Para impedir que nos QUEJEMOS en las pruebas y contrariedades. Debiéramos más bien estar agradecidos a cuantos nos afligen, porque nos hacen un gran servicio: matar en nosotros al más cruel de todos los enemigos qeu es el amor ciego de nosotros mismos y de nuestro libre albedrío.
¡O Jesús mío, que por obediencia qjuisiste morir! Destruye en mí el horror instintivo que siento por toda pena y sujeción; quita de mi alma todo vano deseo de satisfacción personal. Infúndeme amor a la ABNEGACIÓN para poner la facilidad en la renuncia de mis gustos, perversas inclinaciones y propia voluntad para cumplir siempre y en todo la tuya divina.

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