9 DE JULIO. DIOS RESISTE A LOS SOBERBIOS.

Es soberbio, el que vive de su propio espíritu y según sus propios sentimientos. Es soberbio, el que no quiere someterse a la voluntad, a los mandamientos, a la dirección y a la conducta de Dios; el que no reconoce más voluntad que la suya propia; el que quiere ser señor de sí mismo; aquel a quien ni Dios mismo puede decirle nada. La soberbia es el origen de todo pecado, la raíz de todo mal en el hombre. Ella es la que aparta al hombre de Dios. Ella es también el último y más profundo obstáculo en el camino del retorno a Dios. Es el verdadero impedimento, el único impedimento fundamental para la unión con Dios y para la sumisión a Él. Prospera, no solo en el mundo, sino también en el corazón de los bautizados e incluso en el de los buenos cristianos. Es la cizaña en medio del trigo. Como auténtica cizaña, crece espontáneamente. Cada ráfaga de viento la propaga más. Cuanto mejor es el terreno, más pronto echa raíces. Se la arranca mil veces, y otra tantas vuelve a crecer de nuevo, aunque no haya quedado más que un simple tallo. Y más aún en aquellos que tienen empeño en practicar una intensa vida religiosa y de piedad. Cuanto más viven la vida del espíritu, más expuestos están a vanagloriarse de su espiritualidad, de su elevación por encima de ciertas necesidades y debilidades humanas. Se complacen de su rigidez ascética. Les adula el ser contemplados con cierto temor reverencial. Están expuestos a mirar con desdén a “los demás”, a pensar de ellos poco noblemente, a suponer casi siempre en ellos falsedad y maldad. Están dispuestos fácilmente a criticar a los demás con falso celo, a corregirlos, a hablar de ellos con desdén, a juzgarlos sin caridad. Se impacientan por la aparente calma con que procede Dios en su providencia. Se regodean en el bien que realizan. De este bien sube con mucha frecuencia una niebla, que los ofusca y les hacer ver las cosas el doble de lo que son en realidad. Nuestro secreto orgullo es un obstáculo para la gracia, para la unión con Dios, para el puro amor, para la “total entrega y abandono en las manos, en el beneplácito de Dios. ¿Vive realmente Jesús su vida en nosotros? ¿Podemos, pues, extrañarnos de que no progresemos más en nuestra vida interior, no obstante las meditaciones, la Misa y la Comunión diarias, a pesar de la lectura espiritual y de los numerosos ejercicios piadosos? “Dios resiste a los soberbios.”


Comentarios

Entradas populares de este blog

Lecc XXII EXPLICACION DE DIOS (1)

LA VIDA INTERIOR

Lecc 21 EXISTENCIA DE DIOS (4)