Lecc 8 FUENTES DE LA REVELACION

 La revelación está en la Iglesia católica.

—Resta acerca de la revelación decir dónde está la revelación. La revelación está en la Iglesia católica. Y se suele decir con verdad que en la Iglesia católica está el depósito de la revelación. Llámase Depósito de la revelación, al conjunto de verdades y doctrinas reveladas por Dios. Y cuando decimos que el depósito de la revelación o el depósito de la fe está en la Iglesia de Cristo, queremos decir que esta sociedad la Iglesia verdadera fundada por Cristo, sabe qué cosas ha revelado Dios al género humano, es decir, todas las revelaciones obligatorias hechas al género humano, de tal modo, que ella nunca pierde ninguna verdad revelada; ella conoce y la explica cuando llega el caso, sin error ninguno; ella la defiende y la guarda sin cambiarla ni confundirla jamás. 

Cómo guarda la Iglesia católica la revelación.

—Esta revelación y conjunto de dogmas o doctrinas reveladas por Dios, los guarda la Iglesia, parte escritos en libros inspirados; parte en la tradición oral que por providencia de Dios, según promesa de Cristo, se conserva y se conservará inmutable y sin error ni defecto hasta el fin de los siglos en todo lo que se refiere a las verdades reveladas. Así, pues, la revelación está en la Sagrada Escritura y en la tradición.

Qué es la Sagrada Escritura*

—La Sagrada Escritura consta de 72 libros, escritos por hombres iluminados por Dios, bajo la moción e inspiración del Espíritu Santo y reconocidos por la Iglesia como palabra de Dios. Estos libros unos están escritos antes de Cristo y forman el Antiguo Testamento y son 45, unos históricos, otros doctrinales y otros proféíicos. Otros están escritos después de Cristo y forman el Nuevo Testamento; son 27: los cuatro Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, las Cartas de San Pablo, San Pedro, San Juan, Santiago, San Judas, y, en fin, el Apocalipsis. El conjunto de todos estos libros se llama Biblia, que significa Libros. Se debe creer que el Espíritu Santo influía en los escritores sagrados de un modo especial, por medio de su inspiración, de tal modo, que lo que ellos escribieron se debe decir Palabra de Dios. Así lo dice San Pablo. Toda escritura inspirada por Dios es también útil para enseñanza, para reprensión, para corrección, para la educación en la justicia, para que el hombre sea cabal y esté dispuesto a toda buena obra (2 Tim., 3, 16). Y se sigue de lo que dice Cristo en (Mat., 15, 3; Me., 12, 36), donde atribuye a Dios lo que escribió Moisés y dice que David habló en el Espíritu Santo. 

Lo mismo prueban los Concilios y el modo de hablar de la Iglesia, que dice que Dios es autor de la Sagrada Escritura. Esta Sagrada Escritura está libre de todo error y es obligatorio creer en ella; pues pertenece a la fe. 

Lectura de la Sagrada Escritura.

—La Iglesia católica tiene prohibido leer la Sagrada Escritura en otros textos que los aprobados por ella. Y no suele aprobar ninguno en lengua vulgar, si no está explicado con algunas notas. No es cierto, sino muy falso, que la Iglesia prohíba la lectura de la Biblia. Sino que, como hay muchos que la mudan o la interpretan mal, y como sin ninguna explicación puede su sentido dar origen a muchos errores, como lo dió entre los protestantes, por eso prohíbe la lectura sin notas explicativas, para evitar que el pueblo, por su falta de preparación, se enrede y engañe. Los protestantes, por el principio de Lutero del libre examen, creen que cada uno puede interpretar la Biblia a su gusto, y acertar siempre. Esto es una barbaridad. Los católicos creen que es necesario para entender la Biblia buen estudio o enseñanza y el magisterio de la Iglesia.

Qué es tradición.

—Se llama tradición la doctrina revelada por Dios que no está contenida en las Sagradas Escrituras, sino que se conserva en la Iglesia por tradición oral. Algunos piensan que no hay más revelación que la Escritura; otros se figuran que la principal revelación es la escrita. Ni lo uno ni lo otro. La tradición existió antes que la Escritura y en ella hay muchas verdades que no están en la Escritura. Jesucristo predicó y no escribió y lo que predicó ya era revelación. 

Los apóstoles mucho antes de escribir predicaron y el Señor les dijo: Predicad a todas las gentes. Y los más de ellos nada escribieron. San Pablo decía que fides ex auditu. En fin, esa misma Escritura, si no fuera acompañada de la explicación y magisterio de la Iglesia infalible, sería poco útil, por lo menos, a la generalidad del pueblo, pues no sabríamos interpretarla bien; y aun históricamente, si no fuese porque así nos lo dice la Iglesia, no estaríamos ciertos de que sus escritos son de fe, ni de que están libres de error. Muy bien decía San Agustín: «Si no me moviera la autoridad de la Iglesia, no creería al Evangelio». Y por eso la primera y principal fuente de la revelación es la tradición, que se conserva en la Iglesia, incorrupta y entera por la providencia especial y misteriosa que Jesucristo, Dios y Hombre, le prometió y dió para esto. 

Todos los dogmas están en la Iglesia desde el principio. 

 Toda la doctrina revelada por Dios al género humano está ya en la Iglesia. A veces parece que vienen nuevos dogmas que antes no había. Por ejemplo, pudiera alguno creer que la Inmaculada Concepción de la Virgen antes no la creía la Iglesia y que es dogma nuevo. No es así: lo que declaró el Papa al definir ese dogma era que esa doctrina era revelada por Dios y que siempre la había creído la Iglesia, y que si bien hasta entonces algunos o muchos particulares habían dudado y aun la habían impugnado como falsa, no tenían razón, y para que cesasen todas dudas y disputas declaraba él que era dogma de fe, es decir, que, según la tradición de la Iglesia que se había examinado, esta doctrina había estado siempre desde los tiempos primeros en el Depósito de la fe, en la doctrina de la Iglesia, como revelada. 

Dónde se encuentra la tradición.

—La tradición se encuentra principalmente en los escritos de los Santos Padres, en los decretos de los Concilios, en los Credos o profesiones de fe, en las oraciones de la Iglesia y en todas las manifestaciones y creencias generales del pueblo católico unido con sus Pastores. 

Santos Padres se llaman los santos varones insignes por su ciencia y virtud que vivieron en los primeros doce siglos. De éstos se llaman Apostólicos los que conocieron a los Apóstoles, como San Ignacio y San Policarpo. Algunos de ellos muy eminentes se llaman Doctores de la Iglesia y se suelen distinguir cuatro grandes doctores griegos: San Atanasio de Alejandría (373), San Basilio de Cesárea (378), San Gregorio Nacianceno (398), San Juan Crisóstomo de Constantinopla (407), y cuatro latinos: San Ambrosio de Milán (397), San Agustín de Hipona (430), San Jerónimo (420) y San Gregorio Magno, Papa (604). 

Se llaman Escritores eclesiásticos aquellos que fueron señalados en sabiduría, pero que no tuvieron vida del todo santa o no estuvieron exentos de errores, como Orígenes y Tertuliano. En fin, se llaman Doctores aquellos varones santos y sabios cuya doctrina ha aprobado la Iglesia dándoles el título de Doctor, como Santo Tomás, San Buenaventura, San Francisco .de Sales, San Alfonso María de Ligorio, San Roberto Belarmino y otros.

No se debe creer que, porque un Santo Padre o Doctor diga una cosa, es verdad de fe y revelada; sino que una doctrina en que conviene la generalidad de los Padres y Doctores de la Iglesia es una gran prueba para deducir de ella si es o no revelada. 

(Explicada ya la revelación, entendemos el sentido de la respuesta de Astete.)

Creemos lo que Dios ha revelado, porque Dios lo ha revelado, porque es palabra de Dios. Sabemos que Dios lo ha revelado, porque nos lo dice la Iglesia católica, que en esto no se puede equivocar. 

Queda por explicar cómo sabemos que la Iglesia no se puede equivocar en esto y la naturaleza y propiedades del acto de fe. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lecc XXII EXPLICACION DE DIOS (1)

LA VIDA INTERIOR

Lecc 21 EXISTENCIA DE DIOS (4)