Lecc 13 Cuestiones sobre la fe (3)

Cómo se adquiere la fe*

—La fe cristiana es un don de Dios, que explicaremos mejor al tratar del bautismo. Pero no se ha de creer que hay quien no la puede tener. La pueden tener todos, si quieren. Pero se adquiere: 

1. Poniendo empeño serio en conocer la verdad; porque hay algunos que no se esfuerzan nada en adquirir la fe, y quieren que ésta les entre por los ojos. 

2. Viviendo bien y en santo temor de Dios, porque los que no viven bien tienen muy grande aversión a la fe. El Centurión Cornelio se convirtió por su buena vida (Act., 10). 3. Pidiendo con oración, pues la oración es muy útil para esto. El conde de Stolberg, protestante estuvo pidiendo durante siete años luz, y se convirtió. Dios, por su parte, a todos da medios de llegar a la verdad: unos ordinarios, otros extraordinarios. Ordinario» ton la predicación, los libros, toda enseñanza y buenos ejemplos; para San Agustín, los sermones de San Ambrosio; para muchos, las conversaciones. Extraordinarios son los milagros, como los ángeles de los pastores, la estrella de los Magos, la conversión de Saulo, la Cruz de Constantino, Cornelio el Centurión, etc. 

Necesidad de la fe.

—La fe es absolutamente necesaria, porque sin fe no hay salvación, como lo dijo expresamente Jesucristo, y lo afirma claramente la Iglesia. Sin fe no se puede merecer ni hacer obras buenas. La fe nos enseña el modo de agradar a Dios. La fe es puerta de la Iglesia y de todos los demás Sacramentos. 

Profesión de la fe.

—No basta tener fe para salvarse; es preciso vivir conforme a la fe, como es claro. «No todos los que me llaman Señor entrarán en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre». (Mt., 7, 21). Esto es lo que llamamos fe viva, fe que vive en las obras y hace producir obras de vida práctica conformes a la fe. Ni basta la profesión interna sino que es necesaria la externa porque la fe manda muchos actos externos, y sería un desprecio grande de Dios avergonzarse de crecr en Él y desobedecer en lo que dicta la fe. Más detenidamente hablaremos de esto en los Mandamientos. 

Análisis de la fe.

—Creemos será aquí útil un breve análisis de la fe para que no haya equivocaciones en el hablar en un punto tan delicado. La fe puede considerarse desde distintos puntos de vista: 

1) Formalmente, en sí mismo, el acto de fe se apoya en la autoridad de Dios. Creo, porque Dios así nos lo enseña. Creo, por ejemplo, que Dios es Trino y Uno, porque así lo ha revelado Dios. Y por eso es un acto de reverencia y sumisión de nuestro entendimiento a la autoridad divina. 

2) Dispositivamente, en sus disposiciones previas, el acto de fe depende de los motivos de credibilidad. Por ellos creemos que la revelación divina es digna de creerse, y obligatorio el creerla. En esto interviene la razón, en cuanto que por ella averiguamos la existencia de la revelación, la conveniencia y la obligación de creer en ella; pero estos motivos son externos, digámoslo así, a la fe, y preparatorios para ella, porque el motivo interno, intrínseco’ y último es la autoridad de Dios, como acabo de decir. 

3) Electivamente, considerado como efecto, en el acto de fe influye la voluntad ayudada de la gracia. Porque como en la fe hay alguna oscuridad, no fuerza al entendimiento a creer, y éste queda libre para creer o no. Y por eso se necesita el acto de la voluntad que impera al entendimiento creer y sujetarse a la revelación de Dios. 

4) Activamente, en cuanto a la causa y facultad con que producimos el acto de fe, ésta es el entendimiento, pero ayudado de la gracia, ilustrado y confortado por ella. Porque como el acto de fe es sobrenatural, se necesita también una fuerza sobrenatural. El entendimiento sólo llegaría a un acto de fe natural; pero la fe cristiana es sobrenatural, y cuando el entendimiento cree, entonces cree ayudado y unido con la gracia sobrenatural. Y la gracia ayuda en todo el proceso y camino para la fe. 

5) En fin, si se atiende a la dirección recibida, la fe es por la autoridad de la Iglesia. Ella nos dirige acerca de lo que hemos de creer; pero no creemos los misterios por su autoridad, sino por la autoridad de Dios, según ya lo hemos explicado.

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