Lecc 18 EXISTENCIA DE DIOS

Existencia de Dios.

—Antes de pasar a describir las perfecciones y atributos de Dios, vamos a tratar de su existencia. Hay Dios. Ésta es una verdad tan grande, tan profunda, tan universal, que solamente los necios, los soberbios, los que no piensan la pueden negar. Y aun éstos cuando obran espontáneamente y se olvidan de su obstinación y soberbia, la confiesan. La mayor impiedad es ser ateos, como luego diremos. Vamos ahora a probar la existencia de Dios. 

Prueba 1ª ¿Quién hizo las cosas?

—Mirad el mundo visible. ¿Qué veis? Un conjunto de cosas que dependen unas de otras, que se mudan, que vienen y van, que han sido hechas, que no son capaces de hacerse a sí mismas, que se corrompen, que si no las determina alguno y las empuja a la existencia, lo mismo pueden ser que no ser, que en sus continuas mudanzas llevan la marca de que en algún tiempo no existieron, y de que alguno las sacó a la existencia y las conserva y las empuja, que se mueven, que se apoyan unas en otras. Todos los que ven las cosas conocen que ninguna se hizo a sí misma. Y todos en todas las cosas, preguntamos: ¿Cómo se haría esto? ¿Cómo se haría este monte? ¿Cómo se haría esta fuente? ¿Cómo se haría este árbol?, y así de todas las cosas. ¿Quién conoce una cosa capaz de haberse hecho a sí misma? ¿Cómo puede ninguna de estas cosas que vemos darse a sí misma la existencia? La recibió de otra cosa. Y ésa, ¿de quién la recibió? De otra. Y ésa, ¿de quién? Es preciso llegar a una cosa que no haya sido hecha, y que al propio tiempo sea omnipotente para hacer las cosas, que han sido hechas, como se ve en ellas mismas, por otro. Ése... es Dios. 

Cada cosa de las que hay en el mundo es un eslabón de una cadena que depende de otra cosa, que a su vez es otro eslabón. Subamos, subamos muy arriba y lleguemos al último eslabón. ¿De quién está colgado ese eslabón? ¿Está al aire? Entonces toda la cadena caería en el fondo de la nada. ¿0 la sostiene alguno que no está sostenido por nadie? Ése es Dios. ¿Las cosas están hechas por otras cosas que fueron hechas? ¿Y cuándo comenzó eso? Es preciso llegar a alguno que no fué hecho. Ése es Dios. 

La gallina salió del huevo. ¿Y el huevo? De otra gallina. ¿Y esa gallina? De otro huevo... Es preciso llegar a alguna gallina o huevo que sean los primeros. Y eso no hay, sino Dios que los hizo. 

Dirán algunos: La materia es eterna. Pero es una gran necedad. ¿Quién va a creer que la materia es eterna y existió siempre? ¿Por qué? ¿Qué prerrogativa ni excelencia tiene la materia para haber existido desde el principio, siendo como es la materia una cosa muy inerte y muerta de suyo? Pero aunque hubiese existido siempre la materia, como la materia es inerte y de suyo no hace nada, ¿cómo se explican las demás cosas que existen con sus modificaciones y variaciones? ¿Quién movió a esa materia a modificarse como se ha modificado y a moverse como se ha movido? Veamos esto en el segundo argumento. 

Prueba 2.a: ¿Quién mueve el mundo?

—Vemos que todo el mundo se mueve: los astros se mueven, las sustancias se mueven continuamente en combinaciones químicas, los sabios dicen que todo el mundo está vibrando continuamente: la luz es vibración, el sonido es vibración, todo el mundo está en vibración. Y todo está mudándose y cambiando incesantemente. El mundo es una inmensa maquinaria, y cada cosa es una rueda de esta maquinaria. Entiendo que una rueda mueva a otra, que una cosa mueva a la otra. Pero es preciso llegar a uno que mueva sin necesidad de ser él movido. ¿Dónde está la fuerza inicial y primera que mueve la primera rueda? ¿Se mueve la maquinaria por sí? O ¿la mueve Dios? Es preciso poner a Dios al principio del movimiento. Subid por los cielos de les astros. Ved esas millonadas de astros que pueblan los espacios, ese universo tan admirable sostenido y movido. ¿Quién lo hizo? ¿Él se hizo? ¿Quién va a creerlo? ¿Quién lo sostiene? y ¿quién lo mueve? ¿Él a sí mismo se dió el movimiento? No puede ser. La materia es inerte y, y si alguien no la mueve, no se mueve. Tomad una piedra y dejadla sola, y que empiece ella a moverse. No se moverá ni en una eternidad. Dirá alguno: La naturaleza: Pero ¿y qué piensas que es la naturaleza? Porque eso, precisamente, se está averiguando: de dónde viene la naturaleza, o cómo se hizo la naturaleza, o si la naturaleza existió siempre, o si existió así por casualidad, o por haberla dispuesto alguno sabiamente; porque veamos ahora el tercer argumento. 

Prueba 3.a: ¿Quién ordenó las cosas?

—El mundo, la naturaleza, como se suele llamarle, es una maravilla de orden por dondequiera que se le mire. 

Orden cósmico.—Es estupendo y causa admiración a los que lo consideran. Los astros, son innumerables. Sólo Herschel contó, con auxilio del telescopio, 18 millones de estrellas en la Vía láctea, y las estrellas que se ven en el telescopio y se recogen en la fotografía celeste arrojan una catarata de más de 120 millones de estrellas, semejantes a nuestro sol, que, a pesar de tener un volumen 1.280.000 veces mayor que toda la tierra, no es fnás que una pequeñita estrella. Son inmensos; Sirio es trece veces mayor que el sol. Dista enormemente; como que, a pesar de recorrer la luz 300.000 kilómetros por segundo, la luz de la estrella Polar, por ejemplo, tarda en llegar a la tierra treinta y seis años y medio, porque dista de nosotros 344 trillones de kilómetros. La luz de la más cercana, que es una del Centauro, tarda cuatro años, porque dista 41 billones de kilómetros (41.000.000.000.000), 41 millones de millones. Y aun según muchos astrónomos calculan, para que la luz de algunas estrellas llegue a nosotros serían necesarios miles y miles de años. ¿Qué grandeza ha de haber en ese mundo a tanta distancia? Sólo la Vía láctea es un estupendo mundo de estrellas y maravillas; todo eso que parece polvo son estrellas. 

Una de esas estrellas, aunque parezca que está destacada, ¡es el sol nuestro!... Y así pudiéramos ir describiendo la grandeza del Cosmos. Pero y ¡cuán admirable es su orden! Tanto, que los astrónomos se admiran y aseguran que de tal modo son fijas y constantes sus leyes y está el mundo sideral arreglado, que aun sin ver las estrellas se pudiera descubrirlas, como sucedió con el planeta Neptuno, que descubrió Le Verrier antes de haberlo visto. 

Orden físico.—El orden físico que hay entre los tres reinos de la naturaleza, mineral, vegetal y animal, es no menos admirable por más complicado que sea. El peso, la densidad, la fluidez, la solidez, la cristalización, la gasificación, la influencia del sol, la movilización del aire, la absorción del aire en el agua, gracias a su movimiento y sus mareas, la disolución de la tierra en las plantas, la absorción del ácido carbónico y la creación del oxigeno por las plantas, toda la circulación del mundo mineral por medio de la física terrestre es admirable. Y el modo como el mundo inerte mineral se enlaza como preparación para el mundo vegetal, es estupendo. En llegando al mundo vegetal el estupor crece al ver el orden de cada planta, y más aún el de todas las plantas juntas. tan distintas, tan admirables, tan perfectas. Y esto sin entrar aún en la consideración de la vida misma» de que luego hablaremos, ¡Es tan estupendo el orden en las plantas, en las flores, en los frutos, en las simientes, en los árboles, en todo el reino vegetal! Y todavía es más admirable en el orden animal. ¡Cuántas maravillas encierra un animal cualquiera, un pájaro, un cuadrúpedo, un reptil, un insecto cualquiera, y aun un microbio, si es que éstos son animales y no plantas! Si de lo grande bajamos a lo pequeño, el mundo microscópico es en esto más admirable aún que el mundo a simple vista visible; y cuando se examinan los puntos microscópicos de las plantas, de los animales, o los insectos en su pequeñez, o, en fin, los microbios, y su modo de ser, de multiplicarse, de obrar, se queda uno obligado a pasmarse más de lo pequeño que de lo grande, y a decir con Linneo, el eximio naturalista: Deus magnus in magnis, maximus in minimis: «Dios es grande en lo grande, pero en lo mínimo es máximo.» ¡Cuánta verdad! Y todo esto está tan admirablemente enlazado entre sí, que desde el astro hasta el microbio, y desde la piedra hasta el más perfecto viviente, todo está eslabonado. Y todo tan ordenado hasta los últimos detalles, que no puede uno cesar en su admiración. (Continuará)

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