Lecc 19 EXISTENCIA DE DIOS (2)

 Orden humano.

—En fin, el hombre es un mundo abreviado, como decía un filósofo, una máquina sumamente complicada y que marcha admirablemente. Pondérese un poco el funcionamiento del corazón, de la sangre, de los alimentos, de los nervios, de los músculos, de los movimientos, de la respiración, de lo cual fácilmente se puede decir no poco que explique al pueblo el orden admirable en el hombre. Se puede descubrir en particular, por ejemplo, el ojo y lo admirable de este sentido: 1.° Lo que ve, las cosas, sus colores, sus figuras. 2.° Su disposición para ver: el nervio óptico se termina expansionándose en el ojo, tan sabiamente dispuesto, que tiene hasta ocho capas de distinto tejido; la más interior, que es la retina, y que recibe la acción de la luz, está formada de fibras finísimas como filamentos de un delicadísimo terciopelo, de las cuales unas terminan en hilos sutiles, que se llaman bastoncitos, y otras en unos abultamientos, que se llaman conos, los cuales están distribuidos con suma regularidad alternativamente en el fondo del ojo, formando como un mosaico menudísimo. Son delgados, de dos centésimas de milímetro; cien fibras de éstas formarían un cabello, y en un milímetro caben treinta y cuatro mil: y así la retina puede recibir por segundo más de quinientos trillones de vibraciones luminosas. 

Ante esta retina hay un instrumento óptico perfectísimo. La membrana sólida, que se llama esclerótica y envuelve el globo del ojo, tiene delante una abertura, en la cual el globo del ojo es transpárente en un punto de su superficie, para dar paso a los rayos luminosos. Detrás de esta abertura está incrustada la córnea, que es trasparente y abultada, para dar paso a los rayos luminosos. Detrás de esta membrana hay otra muy fina, la coroide, que termina en el iris con una abertura más pequeña, que es el iris, por donde entran los rayos al ojo: la superficie interna de la coroide y del iris está cubierta de una membrana de celdillas que tienen un pigmento negro, para proteger la parte interna del ojo de los rayos que atraviesan las membranas. Entre el iris y la córnea hay un humor acuoso limpidísimo, y detrás del iris y pegando a él, como una lente al borde de un anteojo, está el cristalino, cuerpo vitreo de masa gelatinosa trasparente, que es la lente que reúne los rayos luminosos de modo que puedan formar la imagen de los objetos justamente en la retina que está en el borde del ojo. Este cristalino está compuesto de varias laminillas aproximadamente concéntricas, es más consistente en el centro, y desde él hasta los extremos varía y disminuye el índice de refracción. En una palabra, de tal modo está construido el cristalino, que con él y con el iris se evitan los dos grandes defectos que resultan en los anteojos: la aberración de esfericidad, contra la cual los anteojos suelen tener diafragma, y la diferencia de refrangibilidad, que suele evitar construyendo lentes de diferente sustancia y desigual curvatura. Y en resolución, el ojo es el aparato visual más perfecto que el que todos los ópticos pudieran hacer. Y en cuanto a la retina, no se puede suficientemente encarecer ni aun entender bien su delicadeza suma y exquisita para ver y percibir durante tantos años tantas vibraciones, y conocer todos los objetos aun en mínimos detalles. 

El oído, lo mismo que el ojo, sería otra maravilla que se pudiera describir; únicamente diremos que el oído es un portento de combinación; la oreja con su pabellón para recoger los sonidos, el conducto auditivo para penetrarlos, el tambor o tímpano resonador, los tres huesecillos que forman el martillo, el yunque y el estribo; el oído interior o laberinto, parte esencial del órgano con un vestíbulo, tres canales, y al cabo un caracol, donde las espirales están divididas por membranas a las cuales se adaptan las famosas fibras de Corti, especie de piano de tres mil cuerdas desiguales, desde medio milímetro hasta una vigésima de milímetro de longitud, que resuenan al unísono de los sonidos respectivos exteriores que por medio de ellas se comunican al nervio. 

De este modo puede decirse que en cada oído tenemos un pequeño piano que nos toca al interior todo cuanto al exterior vibra y suena, y nos deleita con esa sensación dulcísimá de la música llena de riqueza de notas, de timbres, de armonías... 

Y lo que decimos del oído se puede decir de tantas cosas del hombre: del aparato vocal, del estómago, de los pulmones, del corazón, de la sangre, de todo. Existen en nosotros ochocientos mil millones de partecitas variadas y complejas que obran con estupenda unidad; y gracias a esta multiplicidad y unidad vivimos, andamos, respiramos, sentimos tanto y tan bien, que cada momento de nuestra vida encierra más sabiduría que cuanta los sabios puedan adquirir en largos siglos discurriendo todos juntos. ¿Quién pensará que esto se hizo sin inteligencia? Pues el que tiene esa inteligencia es Dios. 

Relación del mundo con el hombre.

—Y si pensamos en la relación y disposición de todas las cosas del mundo, para servir al hombre: del aire, del agua, del sol, de la electricidad, de la tierra, de las plantas, animales y de todas las cosas para sustentarle, sostenerle, entonarle, todavía sacaremos nuevos y más estupendos secretos. 

Y este orden es constante, no casual o accidental; es inmutable, fuera de rarísimos casos que son milagros, y evidentemente prueba de un poder supramundano; lo demás ningún hombre puede nunca variarlo; es complicadísimo y superior a todas las inteligencias conocidas. 

Arguye, por lo tanto, un autor inteligente y omnipotente y admirable. 

Dirás: ¡La naturaleza!—Pero la naturaleza, ¿qué es? 

Naturaleza puede ser el conjunto de las mismas cosas naturales. Pero es, precisamente, lo que se trata de explicar: quién ha hecho tan ordenadas a esas cosas. ¿Ellas a sí? 

Naturaleza puede ser el conjunto de leyes por que se rigen esas cosas. Pero ¿quién les ha dado esas leyes? Eso buscamos: ¿las cosas ciegas y materiales se han dado a sí mismas esas leyes? 

Naturaleza puede significar alguna otra persona que preside al mundo. Pero ¿dónde está esa persona, esa señora, esa inteligencia? Si existe, ella es Dios.

(Continuará)

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