Lecc XXII EXPLICACION DE DIOS (1)

Esencia de Dios.

—Hemos probado la existencia de Dios y, por cierto, no con todos los argumentos que se pueden traer. Singularmente se pueden traer todos los argumentos que trajimos en favor de la revelación y que llamamos Motivos de credibilidad, porque lo mismo prueban que hay Dios 

Y la misma revelación, cuya verdad allí quedó probada, lo primero que supone y afirma es que hay Dios. Mas ahora vamos a describir, como podamos, la esencia de Dios, lo que es Dios. 

Cómo conocemos a Dios.

—Dios es invisible. ¿Cómo, pues, le conoceremos? Por sus efectos, y raciocinando, y, sobre todo, mucho más fácilmente por medio de la fe. El primer fundamento de la razón es éste: que todo lo que existe viene de Dios; luego todas las perfecciones que hay en las cosas vienen de Dios; luego Él tendrá de alguna manera todas las perfecciones que hay en ellas. Esto ya nos tiene que dar una idea muy grande de Dios. En el sol tiene que haber más luz que en todos los rayos que de él salen, y en el manantial más agua que en la corriente que de.él brota.

Dios es infinitamente bueno.

—Lo primero que dice el Catecismo es esto: que Dios es infinitamente bueno; es decir, de infinita perfección en sí y de infinita bondad con todos. 

Es infinitamente bueno en Sí mismo.

—Porque contiene infinitas perfecciones, no sólo cuantas hay en las criaturas, sino aun infinitas más, sin límite, sin término. «El Señor es grande y laudable sin fin, y no hay término en su grandeza» (Ps., 95, 4), decía David. Y a cada paso en la Escritura se alaba su grandeza. 

El nombre de Dios.

—Se entiende bien por ésto cuál es el nombre de Dios. Cuando se apareció Dios a Moisés y le envió de su parte a los israelitas, le dijo Moisés: —Si me preguntan los israelitas cuál es el nombre del que te envía, ¿qué les diré?— Y dijo Dios a Moisés: Yo soy el que soy , y así dirás a los israelitas: E l que es me manda a vosotros.—Éste es el nombre más propio de Dios: Jehová ; que significa «E l que es». (Exod., 3, 13.) No dice qué es; porque es todo. El que es todo lo que se puede ser de bueno, sin límite; no como nosotros que somos limitados, y, si Dios quisiera, al punto dejaríamos de ser, y que, si algo somos, otras muchísimas cosas no somos. Sería ridículo que una criatura limitada se llamase: Yo me llamo el que soy. Y ésta es la mayor perfección de Dios: el ser Él de suyo todo, sin haber recibido, como nosotros, el ser de otros. Dios es, pues, el que es lo que se puede ser, el que es sin límite, grande, fuerte, sabio, hermoso, feliz, etc., sin que haya cosa buena que pueda no ser. 

Dios es incomprensible.

—De aquí se sigue que es incomprensible a todo entendimiento finito, como el nuestro. «Más fácil es decir lo que no es Dios que lo que es», decía San Agustín. Y él tiene un soliloquio, en que va preguntando a todas las cosas, tierra, fuego, mar, aire, cielos..., si son Dios, y todas responden: no somos Dios. Dios nos hizo. Y como no cabe el agua del mar en un vaso, ni resiste el ojo humano la luz del sol, así Dios es más grande de lo que puede comprender el entendimiento humano y cualquier entendimiento criado. 

Dios es inefable.

—Y también es inefable, inexplicable, es decir, no se puede explicar toda la perfección que hay en Él. Porque siendo las palabras expresión de los pensamientos, y de ordinario más imperfectas que ellos, si no se puede entenderle del todo, tampoco se le podrá explicar del todo. Decía San Agustín; «Preguntas qué es Dios. Y dice San Pablo: lo que ningún ojo vió, ningún oído oyó, ni entró en humano entendimiento. ¿Cómo quieres que salga a la lengua lo que no entra en el entendimiento?» Y otra vez: «Sentir a Dios callando, podemos hasta cierto punto: pero explicar con palabras cómo es Él, no podemos». Y San Crisóstomo dice: «Si el hombre se pone a hablar de Dios, al punto se ve cuán nada es el hombre». Y sigue explicando este punto hermosamente. Y por eso San Dionisio decía que Dios era anónimo, porque ningún nombre lo explica convenientemente; potinónimo, porque tiene muchos nombres, para explicar con muchos lo que con uno es imposible; panónimo, porque todos los nombres de todas las perfecciones serían necesarios y no bastarían. «Todo se puede decir de Dios, y nada se puede decir dignamente de Dios. No hay mayor escasez que ésta. ¿Buscas un nombre completo? No lo hallas. ¿Buscas uno que te diga algo? Todos son necesarios». Y dice el Eclesiástico (43, 29): «Dios es el agotamiento de todas las palabras en todo». Esto nos debe servir para levantar el entendimiento de las criaturas a Dios pensando que todas las perfecciones que hay en cada una todas están en Él juntas; y tras el entendimiento, el deseo, y el amor, pensando que, si cada cosa de este mundo es buena y amable, más lo será el que reúna la bondad de todas. Amarás a Dios sobre todas las cosas. ¿Qué le aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde a Dios? 

Cómo están las perfecciones en Dios.

—Las perfecciones en Dios están distintamente que en las criaturas. En éstas están en grado finito; en Dios, en grado infinito. En las criaturas, mezcladas con muchas imperfecciones; en Dios, puras de toda imperfección. En las criaturas, a veces se excluyen unas perfecciones a otras; en Dios, estas perfecciones están de modo que no excluyan a otras. Asi, pues, puedes pensar todo lo que sea bueno, y todo lo es Dios en grado infinito. ¿Es bueno ser justo? Dios será infinitamente justo. ¿Es bueno ser feliz? Dios será infinitamente feliz. ¿Es bueno ser sabio? Dios será infinitamente sabio, y así todo: libre, poderoso, hermoso, etc. Puede verse fácilmente Meditaciones espirituales, del Padre Lapuente, parte sexta, meditaciones 5.a y 6.a 146. Es infinitamente bueno para todos.—Dios ama a todas las criaturas. Todo el bien que tiene cada una se lo ha dado Dios, Y cuida de todas con singular providencia. Es como el sol que ilumina todo el espacio. No se olvida ni de las bestias, ni de las aves, ni de los insectos, ni de las hojas del árbol..., como se explica en muchos sitios de la Escritura, y especialmente es lindo el pasaje de San Lucas sobre los cuervos y lirios; sobre los pajarillos que se venden cinco por un as; y el de los cabellos y las hojas que caen. «Considerad los cuervos que no siembran, ni siegan, qué no tienen despensa ni granero, y Dios los sustenta... Considerad los lirios cómo crecen: no trabajan, No hilan; y, con todo, os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si la hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al horno, Dios así la engalana, ¡cuánto más a nosotros!...» (Luc., 12, 22). «¿No se venden cinco pajaritos por dos cuartos? Pues ni uno de ellos está olvidado en la presencia de Dios. Hasta vuestros cabellos están contados todos» (Luc., 12, 6). Pero especialmente ama a los hombres, a los cuales hace innumerables beneficios naturales y sobrenaturales, y nos dió a su Hijo por Salvador. Mayor amor muestra a los justos. Y toda la Sagrada Escritura está llena de encarecimientos del amor y providencia que Dios tiene sobre los justos. «¡Qué bueno es el Dios de Israel para los rectos de corazón!» (Ps. 72, 1). «Si el justo cae siete veces, siete veces se levantará», por la providencia especial que de él tiene Dios. Pero también ama a los pecadores. En lo sobrenatural, porque los espera para que hagan penitencia, les convida a ella, les da mil medios para hacerla, les da mil remordimientos y desgracias en el pecado, les amenaza con el infierno, para que no pequen, y, en fin, les perdona los pecados en cuanto se convierten y piden perdón. De esto está llena la vida de la Iglesia, y se hablará más al tratar del perdón de los pecados. 

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